Hezbolá se conecta con disidencias y el Cartel de los Soles: la zona binacional, una bomba de tiempo

Según la investigación del periodista Yohir Akerman, publicada en la revista Cambio, la organización terrorista chiita libanesa Hezbolá mantiene una alianza operativa con las disidencias de las Farc, el ELN y el Cartel de los Soles, formando una red criminal transnacional que opera a ambos lados de la frontera entre Colombia y Venezuela.

El reportaje, basado en un memorando confidencial del 25 de mayo de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de EE. UU., detalla que esta red combina narcotráfico, terrorismo y lavado de dinero, con apoyo de sectores del Estado venezolano. Los corredores de tráfico de drogas y dinero ilícito atraviesan Venezuela y Colombia, se ramifican hacia el Caribe y conectan con circuitos financieros globales.

Hezbolá cumple un doble rol en la región: proporciona su experiencia en lavado de activos y transferencias financieras internacionales, y capacita a combatientes locales en uso de explosivos, drones y comunicaciones encriptadas. Las disidencias y el Cartel de los Soles, por su parte, controlan la infraestructura logística, pasos fronterizos y campamentos de acopio.

El memorando confirma además que la llamada “zona binacional” propuesta por los gobiernos de Colombia y Venezuela podría formalizar y proteger estas rutas ilícitas, convirtiendo la frontera en un corredor estratégico para el crimen transnacional, facilitando tráfico de cocaína, armas, drones y dinero ilegal, con supervisión parcial de autoridades estatales.

Akerman recuerda que informes previos de la UNICRI (2024) y de la Fiscalía General de Colombia (2022) ya habían advertido sobre la presencia de células de Hezbolá operando en territorio colombiano, a través de empresas fachada, criptomonedas y redes de lavado de activos. Clanes como Rada, Nassereddine y Saleh han sido documentados vinculados al financiamiento del terrorismo y a la coordinación con el régimen de Nicolás Maduro.

El periodista advierte que la amenaza es práctica y tangible: los recursos ilícitos movilizados en la región no solo financian operaciones en Medio Oriente, sino que generan violencia local en Colombia, como el atentado con explosivos contra una base militar en Cali o el derribo de un helicóptero de la Policía en Amalfi.

Akerman concluye que la frontera binacional no puede ser vista como un mero proyecto económico: su mal manejo podría institucionalizar rutas criminales y convertir la región en un enclave de crimen organizado y terrorismo global, donde los impactos se sienten tanto en América Latina como en otras partes del mundo.

Referencia: Yohir Akerman, “Hezbolá y la zona binacional”, revista Cambio, 2025.