Cerco a Maduro: incertidumbre en el Caribe y el reto de Colombia de marcar distancia

El Caribe vive un momento de alta tensión geopolítica tras el despliegue militar más grande de Estados Unidos en la región desde la invasión a Panamá en 1989. La llegada de portaaviones, destructores, submarinos y miles de marines ha generado un revuelo internacional, pues el operativo, inicialmente presentado como parte de la lucha contra el narcotráfico, es visto por analistas como una clara maniobra de presión sobre el régimen de Nicolás Maduro.

El impacto del despliegue no tardó en sentirse: apenas horas después de que se completó la operación, el gobierno venezolano anunció la liberación de 13 presos políticos, gesto que ha sido interpretado como una respuesta directa a la estrategia de “máxima presión” de Washington, encabezada por el presidente Donald Trump.

Escenario de incertidumbre

El movimiento militar ha disparado especulaciones sobre las intenciones de Estados Unidos. Entre los escenarios que se barajan están una intervención militar directa, una demostración de fuerza para forzar concesiones —incluido el acceso a petróleo— o una jugada estratégica para acorralar al régimen sin recurrir a la acción bélica.

Las declaraciones de la administración Trump han sido tajantes, catalogando a Maduro como “narcoterrorista” y declarando al cartel de los Soles como organización terrorista extranjera, lo que incrementa el riesgo de un conflicto regional.

Implicaciones para Colombia

En medio de este panorama, Colombia enfrenta un delicado reto diplomático. La zona binacional de cooperación con Venezuela anunciada por el presidente Gustavo Petro, ya cuestionada en el debate público, genera nuevas dudas en el actual contexto. Aunque el gobierno colombiano ha reiterado que el proyecto no tendrá fines militares, persiste el temor de que pueda interpretarse como un respaldo implícito a Maduro, lo que sería inconveniente en un momento de presión internacional sin precedentes sobre el mandatario venezolano.

Un régimen debilitado

El despliegue militar estadounidense ocurre en un momento en que el gobierno de Maduro enfrenta fuertes cuestionamientos por violaciones de derechos humanos, elecciones calificadas como fraudulentas y una crisis humanitaria que ha obligado a más de siete millones de venezolanos a emigrar.

Washington parece decidido a “poner toda la carne en el asador”, y aunque no hay claridad sobre un desenlace militar inminente, la presión diplomática y bélica ya empieza a surtir efecto.

Colombia, mientras tanto, deberá actuar con cautela y firmeza para evitar quedar atrapada en un escenario geopolítico explosivo, donde el equilibrio entre cooperación regional y defensa de los valores democráticos será clave para los próximos días.