Abuso

Guillermo Luis Nieto Molina

Por: Guillermo Luis Nieto Molina
Escritor- Poeta-Columnista colaborador.

Pasó el tiempo, y en su memoria se mantenía el horrendo recuerdo. Fueron muchas veces, tantas, que perdió la cuenta. Nadie le advirtió, como nadie le creyó, cuando denunció. Desde los ocho años comenzó el dolor. Ella no sabía que era malo. Su corazón sí. A la presencia de su progenitor en su habitación, corría a taparle los ojos a sus muñecas, o a ponerlas boca abajo y taparlas con una almohada. Su padre se lo ordenaba. ¡Acuéstate! Le gritaba. Cuando cumplió trece años la dejaron salir a jugar a la calle. Fue entonces cuando confirmó lo que su corazón presentía. Sus amigas quedaron aterradas con su relato. Habló con su padre y lo increpó por lo sucedido tantas veces. Fue amenazada de muerte, incluyendo la de su madre. Cuando cumplió los 20 años, él ya no pudo violarla más. Ella se defendía con patadas y mordiscos. Lejos de su tierra, en otro país, al caer la tarde, una lágrima corre por su rostro mientras trata de lavar su dolor y tristeza. Ahora su misión es proteger a sus hijos como una fiera, tratando de olvidar tanto tormento; convencida de que el violador muchas veces está más cerca y al acecho de lo que uno cree.