Tras el asesinato de Miguel Uribe Turbay, el Centro Democrático enfrenta el reto de redefinir su rumbo presidencial, equilibrando legado, liderazgo y criterios objetivos en la elección de su candidato para 2026.
El asesinato de Miguel Uribe Turbay, un exsenador que aspiraba a consolidar la nueva generación del uribismo, ha generado un vacío político de difícil manejo dentro del Centro Democrático. Esta tragedia no solo truncó la vida de un dirigente con visión estratégica, sino que también aceleró la necesidad de definir un candidato presidencial que represente a la corriente uribista en las elecciones de 2026. La situación actual del partido refleja tensiones internas, la urgencia de decisiones estructurales y la presión de sectores que demandan coherencia frente a emociones y lealtades personales.
En las últimas semanas, seguidores del expresidente Álvaro Uribe han dejado claro que esperan decisiones más objetivas y estratégicas respecto al liderazgo presidencial. Existe un grupo de simpatizantes del partido que le solicitan al liderazgo del Centro Democrático que los criterios de selección no estén basados en motivaciones sentimentales ni en lealtades inmediatas, sino en análisis rigurosos sobre experiencia política, proyectos concretos, relaciones nacionales e internacionales y capacidad de liderazgo consolidado.
En el contexto de la muerte de Uribe Turbay, se evidencia que algunas decisiones iniciales dentro del partido, aunque respetables, carecieron de la profundidad estructural que la situación exige. La petición de sus seguidores no es un cuestionamiento al dolor personal de la familia, sino un llamado a priorizar la coherencia política y la estrategia de largo plazo por encima de las emociones que podrían distorsionar la unidad y la capacidad de competir exitosamente en 2026.
Evitar candidaturas ‘paracaídas’ para preservar la coherencia del partido…
El Centro Democrático, como partido de tradición y relevancia en Colombia, enfrenta un momento de alta sensibilidad: la definición de su candidato presidencial será determinante no solo para su interna, sino también para la configuración de la oposición frente al Gobierno del presidente Gustavo Petro. Según dirigentes del partido, la elección se llevará a cabo mediante una encuesta nacional, coordinada por la firma brasileña AtlasIntel, que reemplaza la idea inicial de una consulta interna. Este mecanismo busca garantizar mayor objetividad y legitimidad, minimizando la posibilidad de decisiones basadas únicamente en afinidades personales o emociones inmediatas.
El reto es claro: se necesitan dirigentes con trayectoria, liderazgo político probado, experiencia en la gestión de proyectos y capacidad de articularse con diferentes actores nacionales e internacionales. La militancia advierte contra la inclusión de figuras que ingresen al partido “como paracaídas” o por motivaciones de última hora, señalando que este tipo de decisiones podría generar caos y debilitar la esencia uribista. La prioridad, coinciden, debe ser preservar la unidad y coherencia del partido, así como asegurar que el candidato refleje un dolor de patria, pero con criterios objetivos y análisis estratégico.
La inclusión femenina podría aportar liderazgo y legitimidad al uribismo…
Entre los temas más debatidos en el interior del Centro Democrático está la representación de género en la próxima candidatura. Muchos seguidores de Uribe se preguntan por qué no considerar a una mujer para liderar la opción presidencial. Se recuerda que en la historia reciente política a nivel mundial, grandes cargos de decisión han sido ocupados por mujeres con capacidad de liderazgo y visión estratégica, lo que podría aportar no solo diversidad sino también legitimidad y equilibrio al proceso interno.
La elección del candidato no solo involucra a figuras internas del partido. La apertura hacia alianzas externas y la integración de líderes de la derecha tradicional y emergente forman parte de la estrategia hacia 2026. Esto permite que el uribismo amplíe su base, construya coaliciones sólidas y proyecte un liderazgo que trascienda la mera militancia. La interacción con actores externos, sin embargo, debe gestionarse con criterio, evitando que intereses individuales o búsquedas de protagonismo desvirtúen la unidad estratégica del Centro Democrático.
Uribe mantiene un papel clave como articulador del rumbo del partido…
El rol del expresidente Álvaro Uribe sigue siendo central en esta ecuación. Su experiencia, influencia y capacidad de articulación política son cruciales para garantizar que la elección del candidato no se convierta en un proceso caótico ni en un espacio de disputa desordenada. Las decisiones de Uribe, aunque limitadas por su situación judicial, reflejan un liderazgo activo y estratégico, orientado a mantener la esencia del uribismo y asegurar que las decisiones internas se basen en coherencia, proyección nacional e internacional y capacidad de gobernabilidad.
El asesinato de Uribe Turbay también generó un debate sobre la necesidad de equilibrio entre legado y meritocracia política. La militancia coincide en que la memoria del dirigente fallecido debe ser respetada y considerada, pero no puede ser la única guía para la selección del candidato. La responsabilidad del partido es más amplia: debe evaluar quién tiene la capacidad de liderazgo y el bagaje político para enfrentar un escenario electoral competitivo, donde las decisiones apresuradas podrían derivar en pérdidas estratégicas.
Ajuste de calendario exige planificación estratégica y decisiones objetivas…
El partido enfrenta también un desafío de tiempo. Inicialmente, se planeaba definir la candidatura antes de octubre de 2025, pero los atentados y el asesinato de Uribe Turbay obligaron a modificar el calendario. La definición final del candidato se proyecta entre diciembre de 2025 y enero de 2026 mediante la encuesta internacional, y posteriormente se realizará una consulta para elegir un único candidato de unidad democrática que represente a la oposición en las elecciones presidenciales. Este ajuste de calendario subraya la necesidad de planificación estratégica y la importancia de evitar decisiones emocionales que puedan afectar la competitividad electoral.
Otro elemento crítico es la relación con el Congreso. Los precandidatos del Centro Democrático que no sean elegidos podrían quedar por fuera del listado para aspirar a curules en la Cámara de Representantes o el Senado, lo que agrega presión adicional a la coherencia de la elección. La estrategia del partido debe integrar estos factores para garantizar que no solo se elija un candidato competitivo, sino también que la estructura legislativa mantenga cohesión y representación efectiva.
Uribismo enfrenta desafíos para consolidarse como alternativa sólida…
El contexto de violencia política, evidenciado con el asesinato de Uribe Turbay, ha puesto de relieve la vulnerabilidad de los procesos internos del Centro Democrático y la urgente necesidad de reforzar la seguridad institucional y el compromiso con la democracia. Este escenario obliga a que las decisiones se adopten con rigor, objetividad y visión de país, evitando improvisaciones que puedan debilitar al uribismo como corriente política.
En este momento crítico, el Centro Democrático enfrenta el desafío de equilibrar legado, coherencia y liderazgo. La forma en que se gestione la elección del candidato presidencial no solo determinará la unidad interna del partido, sino también la capacidad del uribismo de consolidarse como una alternativa sólida frente al actual gobierno.
La estrategia deberá integrar respeto al pasado, planificación estratégica y selección de líderes con trayectoria, capaces de proyectar un país seguro, próspero y gobernable. La militancia, consciente de estos retos, espera decisiones estratégicas, estructurales y basadas en criterios objetivos, dejando atrás los impulsos emocionales que podrían comprometer la fortaleza y esencia del Centro Democrático en los próximos años.
Y.A.