Sebastiana Madera, la matrona que rescata el legado del millo en Sabor Barranquilla 2025

 

Redacción Sociales
LA LIBERTAD

En el municipio de Piojó vive una mujer que ha hecho del millo su bandera. Su nombre es Sebastiana Eduarda Madera, matrona que se ha dedicado a rescatar y reinventar las semillas ancestrales de este cereal, convirtiéndolo en la gran estrella de preparaciones que van desde lo tradicional hasta lo innovador.
Hoy, su labor ha encontrado un escenario de exaltación en Sabor Barranquilla 2025, feria gastronómica que se realiza en el recinto ferial Puerta de Oro hasta el 24 de agosto y que este año tiene como protagonista al millo como símbolo de identidad y sostenibilidad del Caribe colombiano.
Sebastiana no siempre estuvo ligada al Atlántico. Nació en la Mojana sucreña y llegó al departamento tras un proceso de desplazamiento. Sin embargo, desde muy joven encontró en la cocina una forma de aferrarse a sus raíces y de transformar la memoria de su madre, quien solía preparar mazamorra de millo con coco, leche de vaca y panela.

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Ese sabor de infancia se convirtió en inspiración para un camino que ella misma reconoce haber iniciado con fuerza en 2019, justo antes de la pandemia. “Siempre me ha gustado capacitarme, aprender. Amo la gastronomía, y compartir lo que hago con quienes amo me llena de alegría”, recuerda.
Desde ese entonces, nació ‘Rico Millo’, su proyecto gastronómico que reúne un portafolio de productos hechos a base de este cereal. El primer gran experimento fueron unos quibbes de millo que nacieron casi de manera fortuita, cuando un profesor le sugirió dar forma de esta preparación árabe a la masa que llevaba.
El resultado encantó a todos, y desde entonces Sebastiana no se detuvo; arepas, bollos, dulces, pizzas y hasta pancakes forman parte de su oferta. Su apuesta es demostrar que este grano ancestral es tan versátil como nutritivo.
“El millo tiene muchísimos nutrientes. Contiene vitaminas del complejo B, calcio, zinc y mucha fibra. Además, no tiene gluten, lo que lo hace ideal para quienes son intolerantes. Se puede reemplazar al arroz o al trigo, y también sirve para la alimentación animal”, asegura.
Su visión es rescatar una semilla que no solo fortalece la memoria cultural de la región, sino que ofrece un camino hacia una alimentación más saludable y sostenible.
En el marco de la feria, Sebastiana tuvo un momento especial en la Tarima Alegría, donde preparó en vivo su famoso quibbe de millo, deleitando a los asistentes que no solo probaron el sabor, sino que presenciaron el orgullo con el que esta matrona cuenta su historia.
“Hoy estaba nerviosa porque era la primera vez que cocinaba en una tarima, siempre lo hacía en mi casa. Pero fue una experiencia maravillosa y estoy muy agradecida”, expresó al finalizar su presentación.
Su participación no solo resalta su talento personal, sino que conecta con el mensaje que Sabor Barranquilla quiere transmitir este año: la cocina del Caribe empieza en la tierra, pasa por las manos de quienes saben y se convierte en alimento, tradición y legado.
El millo, cultivado en diferentes municipios del Atlántico, representa esa herencia campesina que merece ser reconocida. No en vano, en 2023 la ONU declaró el Año Internacional del Mijo o millo, subrayando su valor en la seguridad alimentaria y la resiliencia climática.
Para Sebastiana, ser parte de esta exaltación es motivo de orgullo. “Estoy feliz porque es una manera de destacar la labor de quienes vivimos de este cereal. Me llena el corazón que me hayan invitado a la feria. Ojalá todos los colombianos llevaran el millo a su mesa; aquí lo cultivamos y podemos usarlo en tantas recetas que no hay necesidad de mirar hacia fuera”.
El mensaje de esta matrona trasciende la cocina. Es una invitación a rescatar lo propio, a valorar lo que nace de la tierra y a conservarlo como un legado vivo.

Sobre la feria

Esta edición llegó con una nutrida programación: 53 showcases en tarima, 11 charlas, un conversatorio y la participación de reconocidos chefs, internacionales, nacionales y locales, que, junto con emprendedores, productores y académicos, consolidan un espacio que celebra la cocina como lengua de unión, memoria y transformación social.