La mañana del jueves quedó marcada en la memoria de los colombianos como un día de luto y desconcierto. Dos ataques terroristas, ocurridos con pocas horas de diferencia en Antioquia y Valle del Cauca, dejaron un saldo trágico: al menos 18 personas fallecidas y más de 70 heridas, en hechos que sacudieron de nuevo la frágil calma del país.
El primer escenario de violencia se vivió en Amalfi (Antioquia), donde un helicóptero de la Policía Nacional fue derribado por un dron cargado con explosivos mientras apoyaba labores de erradicación de cultivos ilícitos. La aeronave cayó en una zona rural y el impacto fue devastador: 12 uniformados murieron y varios más resultaron heridos.
Horas después, la atención nacional se trasladó a Cali, donde un camión bomba explotó frente a la Escuela Militar de Aviación Marco Fidel Suárez. El estruendo sacudió a la ciudad, dejando seis muertos, 70 heridos y graves daños en al menos 40 edificaciones cercanas. La Secretaría de Salud confirmó que los lesionados fueron trasladados a diferentes hospitales, algunos en estado crítico.
Las autoridades reaccionaron de inmediato. En Cali se logró la captura de dos presuntos responsables, entre ellos un hombre conocido como alias Sebastián, mientras que el alcalde Alejandro Eder anunció una recompensa de hasta $400 millones por información que lleve a identificar a los autores intelectuales de la masacre.
Desde el Gobierno Nacional, el presidente Gustavo Petro calificó los hechos como actos de terrorismo y aseguró que el Clan del Golfo, el Estado Mayor Central y la Segunda Marquetalia serán oficialmente declarados como organizaciones terroristas. El ministro del Interior, Armando Benedetti, no descartó la posibilidad de declarar la conmoción interior en el suroccidente del país.
Las voces de rechazo no se hicieron esperar. La gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, llamó a la unidad nacional frente al terrorismo; el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, expresó solidaridad con Cali y los uniformados en Antioquia, mientras que expresidentes como Álvaro Uribe Vélez e Iván Duque insistieron en fortalecer la presencia del Estado en los territorios más golpeados por la violencia.
Colombia, nuevamente de luto, enfrenta un duro reto: contener la ofensiva de grupos armados ilegales que han demostrado capacidad para golpear en las principales ciudades. El Gobierno ha reiterado su compromiso de recuperar la seguridad y garantizar que, pese al dolor, el miedo no se imponga sobre la esperanza.