Petro y el asesinato de Miguel Uribe

Por: Andrés Ucrós

La relación entre el presidente Julio César Turbay Ayala (1978-1982) y el Movimiento 19 de Abril (M-19) fue de confrontación bilateral y represión estatal.
El gobierno de Turbay implementó una política de seguridad estricta para combatir la insurgencia, lo que llevó a un recrudecimiento del conflicto interno.

Aspectos clave de esta relación fueron:

• El Estatuto de Seguridad: El gobierno de Turbay promulgó este estatuto el 13 de septiembre de 1978 a través del Decreto 1923 para combatir el M-19 y el narcotráfico. Sin embargo, su aplicación fue muy criticada y generó numerosas denuncias de violaciones a los derechos humanos, incluyendo torturas y detenciones arbitrarias. Con él llegó a perseguir incluso a Gabriel García Márquez, Nobel de Literatura, por lo que este fijó residencia en México.

• Operación Ballena Azul: Del 30 de diciembre de 1978 al 1 de enero de 1978, el M-19 dejó en ridículo al Ejecutivo y las Fuerzas Armadas colombianas, puesto que bajo el Estatuto de Seguridad, perpetró el robo de 5 mil armas del Cantón Norte en Bogotá cavando un túnel debajo de los pies del Ejército. Con ese armamento realizó la toma de la Embajada de la República Dominicana, donde tomaron como rehenes a diplomáticos y políticos. Este último evento culminó con una negociación y el traslado de los guerrilleros a Cuba.

• Ataques personales: El M-19 realizó tres atentados contra el expresidente Julio César Turbay Ayala. El primero, fue el 3 de febrero de 1982. Intentó asesinarlo en el Palacio de Justicia de Neiva (ver fuente: ). El segundo, fue el 11 de marzo de 1982, con un carro bomba que estalló en la Casa de Nariño. Y el tercero, aconteció el 13 de julio de 1982, cuando atentó con morteros contra el Palacio de Nariño (ver cronología periodística de atentados del M-19: https://biblioarchivo.bogota.gov.co/opac-tmpl/IMG_CINEP1/BC0707-1982-1T-7.pdf).

• Operación Córdova: La masacre de los 35 guerrilleros del M-19 que regresaban de Cuba ocurrió en marzo de 1981 en la zona de la Ensenada de Utría, en el departamento del Chocó. En ese momento, el presidente de Colombia era Julio César Turbay Ayala, cuyo mandato se extendió desde el 7 de agosto de 1978 hasta el 7 de agosto de 1982. La operación militar que resultó con la aniquilación de esta columna guerrillera.

Los procesos de paz con el M-19 donde estuvo mi amigo, D. Jorge Muñoz Fernández, no llegarían a dar sus frutos tras varias reuniones en Santo Domingo, Cauca hasta 1990. Ese acuerdo de paz con el M-19 no se firmó hasta 1990, bajo la presidencia de Virgilio Barco, dando como fruto una nueva constituyente, la Constitución de 1991. Jorge Muñoz fue corrector de estilo del proyecto presentado por Pizarro, algo que nunca se supo hasta ahora.

El presidente Petro no tuvo un rol destacado en esa guerrilla, por lo que pienso que es poco probable que eso haya desembocado en el pago de mil millones de pesos a alias ‘El Costeño’ buscando una retaliación o vendetta. Por otra parte el asesinato de un líder político de la oposición que no gozaba de muchas posibilidades de ser elegido presidente en su momento, puede tener múltiples consecuencias políticas que, en su mayoría, benefician a la derecha:

• Unificación y victimización: El asesinato de Uribe Turbay, una figura joven y con un perfil de liderazgo ascendente, podría unificar a la derecha en torno a una narrativa de victimización y odio contra la izquierda. Esto podría fortalecer al Centro Democrático y a la oposición en general, al presentarse como blanco de la violencia política y defensores de la democracia.

• Crítica al gobierno: La muerte del senador le permite a la oposición cuestionar la “Paz Total” del gobierno de Gustavo Petro que hay que reconocer, ha sido un fracaso y el 20% del territorio nacional, está en manos de los grupos ilegales, a falta de Estado (hay tres veces más incautaciones de coca que en el período Duque, pero también una elevada producción de coca). Al argumentar que el clima de polarización política y la supuesta “debilidad” del Estado en materia de seguridad fueron factores que contribuyeron al crimen de Miguel Uribe Turbay, la derecha puede culpar al Gobierno Petro por el recrudecimiento de la violencia política. El expresidente Álvaro Uribe, por ejemplo, ha acusado a Petro de ser el “responsable político” del asesinato de Uribe Turbay debido a su “retórica de odio”, y dice que todo esto empezó con el Gobierno Santos.

• Fortalecimiento del discurso de seguridad: El asesinato refuerza el discurso tradicional de la derecha colombiana, enfocado en la seguridad y el orden público. La indignación pública podría generar un mayor apoyo a políticas de mano dura contra el crimen y los grupos armados, un terreno en el que la derecha suele ser fuerte.

• Impacto en las próximas elecciones: La muerte de un precandidato presidencial puede tener un impacto significativo en el panorama electoral de 2026. A pesar de la pérdida de una figura clave, el crimen podría generar un efecto de “voto de simpatía” o de rechazo a la violencia que beneficie a los candidatos de la derecha, y en particular al partido de la víctima, el Centro Democrático.

Creo que para evitar estas excusas, presentarse como demócratas, es un buen momento para que el Gobierno Petro plantee volver al Frente Nacional, buscando la financiación de las campañas políticas por parte del Estado y abriendo la puerta a la posibilidad de gobernar de una manera conjunta con la oposición en un proceso donde la fiscalía no debe ser de bolsillo y de turno, y los grupos armados ilegales, tanto de izquierda como de derecha, deben ser combatidos y desmovilizados.

COLOFÓN

El problema de los seres humanos, es creer que la experiencia de la conciencia y de la vida humana, es mucho más que un aprendizaje del alma (conciencia que despierta y se hace amor); como si pudiéramos inmortalizarnos en este plano a través del solaz de los sentidos, cuyo cenit parece consolidarse en el poder del dinero y del mando. Pero se nos olvida que nuestros días sobre la Tierra no son eternos y que, como diría Einstein, “Dios no juega a las bolas de billar”, mientras este mundo lo administra el poder de la sutil ley de la causalidad. Es así, como con el dolor y el goce, en el ensayo y el error, vamos evolucionando, vamos aprendiendo. Mientras no vayamos hacia adentro poniendo fin a toda ilusión, ninguna revolución podrá terminar en algo diferente a los totalitarismos. A ver si podemos dejar de creer en políticos salvadores para vivir una vida perfecta -que nunca llegará-, porque este no es nuestro nicho, porque este no es nuestro lugar. Qué tristes son las religiones que glorifican los poderes del mundo y una ordinaria búsqueda de fatua felicidad sobre la Tierra. ¡Said so!