Por Juan Colón Castillo
Ahora que te fuiste
te encuentro en esas cosas que nunca fuiste:
En el sueño,
en la garganta de los sueños que aún no son tu nombre,
en un café servido sobre un mar secuestrado,
en la mesa de noche donde olvido;
mis ojos,
en un silencio enamorado
y los caminos donde te buscaba.
En la sombra que ahora soy,
en mi rostro donde estoy sin mí,
en la blusa amarilla del otoño.
No sabía que el día era un muchacho angustiado,
ni el olvido una herida siempre abierta,
que el reloj soñó retenerte
en un rincón suspendido
entre dos besos.
Te encuentro en las ventanas que son tus ojos,
y en la tarde de febrero que nunca fuimos.
