El programa contra el hambre de Gustavo Bolívar: promesas virtuales, realidades ausentes

Lo que fue presentado como el proyecto estrella para combatir el hambre en los municipios más pobres del país, hoy es una muestra preocupante de improvisación, demoras y posibles intereses políticos. El programa Puntos de Abastecimiento Solidario (PAS), impulsado por el exdirector del Departamento de Prosperidad Social (DPS) y ahora precandidato presidencial Gustavo Bolívar, prometía construir 150 plazas comunitarias con cocinas, mercados populares y dispensadores de bienestarina. Sin embargo, la mayoría de estas obras ni siquiera ha comenzado.

Con una ambiciosa puesta en escena que incluyó un video animado en el que Bolívar interactuaba con una asistente virtual llamada «Mamba», el programa PAS fue anunciado como una realidad en marcha. Según Bolívar, el gobierno ya había firmado los contratos y la construcción avanzaba rápidamente.

La realidad es otra. A la fecha, 146 de los 150 PAS no presentan ningún avance, y solo 4 proyectos han iniciado obras en las últimas semanas. El caso más simbólico es el de Soacha, donde Bolívar se tomó fotos con casco de ingeniero y operó una retroexcavadora frente a las cámaras. Seis meses después, el lote donde se construiría sigue lleno de maleza y sin permisos vigentes.

Contratos concentrados, reglas laxas y poca supervisión

El DPS entregó la ejecución de los PAS a Findeter, una entidad estatal que no se rige por la Ley de Contratación Pública. Con ello, los procesos licitatorios se realizaron con requisitos más flexibles y en tiempos muy cortos, lo que limitó la competencia. De hecho, en la mitad de los contratos solo hubo un proponente habilitado, y algunos grupos recibieron apenas cinco días hábiles para presentar propuestas.

Lo más preocupante es la concentración de los contratos en empresas con presuntos vínculos entre sí y con grupos políticos del Caribe. Tres firmas —Técnicas Unidas, OHM Inversiones y OYC Consultoría— ejecutan cerca del 30 % de las obras, y comparten correos electrónicos, representantes legales y redes de colaboración. También hay rastros de conexiones indirectas con contratistas implicados en escándalos de corrupción, como los hermanos Castillo Baute y Emilio Tapia.

El fracaso del programa también se explica por su débil planeación. Bolívar apostó por un «modelo tipo» de PAS que se replicaría igual en todo el país, sin considerar condiciones climáticas, suelos o normativas locales. Esto ha llevado a múltiples retrasos, cambios en diseños y aumento de costos en al menos 49 proyectos.

En algunos casos, como el de Soacha, los contratistas presentaron presupuestos que duplican el valor inicial, lo que obligó al DPS a replantear materiales y especificaciones técnicas para evitar sobrecostos.

¿Campaña disfrazada de programa social?

Aunque Bolívar niega haber usado el programa PAS como plataforma política, su promoción pública, el uso del aparato estatal y los tiempos de lanzamiento coinciden con su ascenso como precandidato presidencial. La Procuraduría investiga posibles irregularidades en este sentido.

Pese a los retrasos, Bolívar ha defendido el programa y asegura que “con entregar la mitad de las obras este año, ya sería una hazaña”.

A casi un año de su anuncio, el programa PAS muestra más discurso que resultados, más propaganda que soluciones concretas. Mientras miles de familias siguen esperando una respuesta al hambre, las plazas comunitarias de Bolívar se han quedado en maquetas virtuales, promesas incumplidas y contratos enredados.