Reacciones por muerte de Uribe Turbay: Entre el rencor y la contención

Por: Álvaro Cotes Córdoba
Periodista independiente

La muerte de figuras públicas en Colombia ha sido, con frecuencia, un reflejo de las profundas divisiones políticas que atraviesan el país. En los últimos años, las reacciones ante estos eventos han sacado a la luz el rencor y la polarización que caracterizan el debate público, pero también, en ocasiones, momentos de inesperada contención. Un reciente comentario en redes sociales ha avivado esta discusión, al contrastar las reacciones de la senadora María Fernanda Cabal, una de las figuras más prominentes del uribismo, con la actitud de la izquierda tras la muerte de Miguel Uribe Turbay, precandidato presidencial del Centro Democrático.

Cuando Gabriel García Márquez, el único premio Nobel de Literatura de Colombia, falleció en 2014, María Fernanda Cabal, entonces una voz emergente del uribismo, generó controversia al expresar un comentario despectivo sobre el escritor, deseándole que descansara en el «infierno». Sus palabras, interpretadas como un ataque no solo al legado literario de García Márquez, sino también a su postura política de izquierda, desataron una ola de críticas que aún resuenan en la memoria colectiva. Años después, tras el fallecimiento de la senadora Piedad Córdoba en 2024, figura histórica del progresismo colombiano, Cabal y otros sectores del uribismo repitieron un tono similar, cuestionando su legado y alimentando la narrativa de confrontación.

Sin embargo, el panorama tras la trágica muerte de Miguel Uribe Turbay, asesinado en un atentado el 7 de junio de 2025 y fallecido tras dos meses de lucha, ha sido notablemente diferente. A pesar de que Uribe Turbay era una figura clave del Centro Democrático y un crítico feroz del gobierno de Gustavo Petro, ninguna voz prominente de la izquierda ha replicado el tono de desprecio que caracterizó las reacciones de Cabal en el pasado. Este contraste, señalado por usuarios en redes sociales, ha abierto un debate sobre la madurez política y los límites del discurso en un país donde la violencia y la polarización han marcado generaciones.

María Fernanda Cabal, por su parte, expresó su dolor por la muerte de Uribe Turbay, calificándolo como «el símbolo del sacrificio de un hombre joven» y denunciando que su asesinato fue obra de «quienes se financian del narcotráfico». En su mensaje, no hubo espacio para la reconciliación o el reconocimiento de la humanidad del adversario, sino una continuación de la retórica que responsabiliza a sectores opuestos, incluyendo al gobierno, de los males del país. Este discurso, aunque coherente con su trayectoria, contrasta con la ausencia de ataques personales desde la izquierda hacia Uribe Turbay, a pesar de las profundas diferencias ideológicas.

La reacción contenida de la izquierda podría interpretarse como un intento de desmarcarse de la toxicidad que ha caracterizado el debate político en Colombia. Sin embargo, también podría reflejar una estrategia calculada para evitar alimentar la narrativa victimista del uribismo, especialmente en un momento en que el Centro Democrático enfrenta tensiones internas y la condena en primera instancia de su líder, Álvaro Uribe Vélez. La izquierda, consciente de la sensibilidad del momento, parece optar por el silencio antes que por la confrontación directa.

Este episodio pone en evidencia una paradoja: mientras el uribismo, representado por figuras como Cabal, ha mantenido un discurso de confrontación incluso en la muerte, la izquierda, a menudo acusada de polarizar, ha mostrado una contención que no necesariamente responde a una reconciliación, sino a una evaluación táctica del contexto político. Con las elecciones presidenciales de 2026 a la vista, donde el Centro Democrático busca recuperar terreno tras los reveses de 2022 y 2023, el tono del debate público será crucial.

La pregunta que queda es si esta contención marca un punto de inflexión en la política colombiana o si es solo una pausa temporal en una polarización que sigue latente. Lo que es la vida, como señala el comentario viral, es que en medio del dolor y la tragedia, Colombia aún lucha por encontrar un lenguaje común que trascienda el odio y permita construir un futuro menos fracturado.