Por: Walter Pimienta
Tiene su nombre propio, pero todos en Pueblo Vetusto, hasta los niños, lo llaman “La Tos”.
Tiene la cara huesuda y pálida, una barba rala de cortos pelitos blancos como su cabello escaso. Camina con desgano. La ropa de hoy es la de ayer y la de hoy será la de mañana…Tiene cuerpo de crucificado. Los ojos hundidos.
…Y tose…y tose…y tose…
Cuando “La Tos” sale a las calles de Pueblo Vetusto, siquiera a tomar el sol, “La Tos” tose como para que la gente sepa que ha salido a algo o tal vez para avisar a los demás que no salgan y así no se contagien si se lo encuentran a su paso.
“La Tos” es un retazo humano. Una sombra de huesos. Un Cristo desclavado y andante y una tos perenne.
Vive de lo que le dejó su padre.
Don Quijote se parece a “La Tos” venido a menos o, mejor, “La Tos” se parece a Don Quijote también venido a menos. El uno puede representar al otro y el otro puede representar al uno en caso de montar con él una obra de teatro con “Rocinante” y Sancho Panza incluido.
De no haber Cristo en la iglesia de Pueblo Vetusto, bien “La Tos” puede remplazarlo haciéndole con pintura especial los desangres del real, pues tiene la palidez y la cara de agonía del verdadero, el mismo de “el Gólgota”.
“La Tos” tose desde los quince años, el farrago de su vida, ahora de ochenta y dos, es toser y toser, tragedia que le pesa como un yugo sobre su flaco cuerpo. Vida a garrochazos al lado de Juventina, su mujer y sus siete hijos que bajan la cabeza y callan cundo él tose y tose.
“La Tos” tose, sin falta, cada tres minutos. Alguien le midió el tiempo. Es una tos seca, persistente para la que no ha habido resultados médicos y con el mismo síntoma común.
La gente de Pueblo Vetusto, temiendo de que la tos de “La Tos”, se le pegue, al verlo venir, se apartan de la vía…La tos de “La Tos” solo es de él, lo empuja a caminar un poco encorvado…lo tiene atrapado…le corre por las venas. Lo buscaba de día y lo buscaba de noche. Lo deja sin aire. Le sale del alma y les mete miedo a los niños.
La tos de “la Tos”, lo mantiene en vela toda la noche Es una tos porfiada, sacada del pecho con esfuerzo de motor viejo y que de pronto explota haciendo una pausa y de nuevo le vuelve.
La tos de “La Tos”, al fin de cuenta, ha terminado integrándose a los ruidos diurnos y nocturnos del pueblo con dichos de vecinos como estos: “ a esa hora me despertó la tos de “La Tos”… “Los gallos, a la par, anuncian en Pueblo Vetusto la llegada del día con la tos de “La Tos”…”El niño se durmió a la hora en que “La Tos” tosió”…”Viajaré mañana temprano y me iré a la hora en que “La Tos” tosa para que no me deje el primer bus”.
“La Tos”, para combatir sus insomnios, ve televisión aburrida hasta las doce de la noche, se bebe un vaso de leche de vaca negra que pasa con una pastilla de zolpidem, y se duerme, pero es como si no durmiera porque sueña que tose acordándose que no debe dejar de toser… Y entonces, en la realidad borrosa del otro día, tose despierta para no perder su costumbre.
Es domingo por la tarde en Pueblo Vetusto, mes de marzo, “La Tos” ha tosido fuerte, fuertísimo, más fuerte que nunca, más fuerte que en toda su vida, tosió sin discreción ni prudencia. Él no se privó de hacerlo porque aquella tos le estropeaba el cuerpo y el alma. Le hacía cosquillas en el galillo. La tos de “La Tos”, sin exageración ninguna, se escucha a veinte kilómetros a la redonda. Es una tos que en cabalgata gigante se perdió en los montes como un tueno, tanto que quienes la escuchan se dicen: “Oye a “La Tos” tosiendo más allá de la gloria y la nostalgia. “Oye a “La Tos” tosiendo, hasta el cielo lo escucha”. “Seguro tiene una lágrima en cada ojo”- “Qué tosa, que estamos en una democracia”. “ ”Que “La Tos” tosa y se complazca con su propio pecho, poniéndose colorado y saliéndosele el peo”. Algunos pensaron que esta vez sí moriría sin poder burlar el pronóstico de un mal que nunca había tenido expectorante promovido en el jarabe de totumo de la “Farmacia Rojano…y ya se imaginaban todos el dictamen científico, erudito y docto del alcalde: “La Tos” murió de tos sospechosa”.
…Y esta tarde de domingo, mes de marzo, “La Tos”, atacado por la tos, creyendo que aquel sería su último suspiro en el mundo, tosió y tosió y tosió como sólo “La Tos sabía hacerlo. Alguien que en ese momento, oportuno, pasa por el frente de la casa de “La Tos” y lo oye toser, dijo: “Salud”.
Y ya no hablaré más aquí de la tos de “La Tos”. El tiempo dio vueltas en redondo y ahí viene subiendo calle arriba “La Tos” que ya no tose.
En su último y definitivo ataque de tos fantástico, teniendo una segunda oportunidad sobre la tierra, acabó el problema.
“La Tos”, este domingo a las cuatro de la tarde, arrojó de sus pulmones un pelo de gato que allí tuvo por sesenta y siete años.
“La Tos”, categórico y completo, fue a la plaza del pueblo. Sacó de la pretina de su pantalón un revólver. Hizo tres tiros al aire. Extendió los brazos y a todos, con rabia, dijo:
¡No estoy tísico, no jodaaa, como decía ustedes , hijueputas!
…Y desde entonces ya “La Tos” no tose y la gente ha dejado de Pueblo Vetusto ha dejado de llamarle “La Tos”.
Lo llaman por su nombre:
Amancio.