El asesinato del senador y precandidato a la Presidencia de la República Miguel Uribe Turbay, generó respuestas de contundente rechazo en todo el territorio nacional, al tiempo que reavivó la indignación contra la violencia política, últimamente generalizada y patentizada en el asesinato de este presidenciable. Los mismos colombianos que el pasado 15 de junio marcharon en distintas ciudades de Colombia, así lo hicieron saber, para exigir justicia y manifestar su total repudio al ataque contra el hoy fallecido senador de la República, cuyo deceso ha producido un profundo dolor entre sus seguidores en todo el territorio colombiano.
Su vida y su carrera quedaron interrumpidas por un acto de violencia, en un hecho que ha vuelto a poner en discusión la seguridad de los líderes políticos en Colombia y la persistencia de la violencia como amenaza a la democracia.
La muerte de Miguel Uribe Turbay, dos meses después del atentado en su contra, presagia el regreso al peor momento de la violencia política en Colombia.
Las varias semanas de incertidumbre y esperanza por su recuperación concluyeron con el resultado más desafortunado, porque se consumó un magnicidio en una época en la que en se creía superada la amenaza de muerte contra candidatos presidenciales, porque si bien es cierto el asesinato de líderes sociales nunca se ha erradicado.
Hoy traemos a colación que Miguel Uribe Turbay nació en Bogotá el 28 de enero de 1986, en el seno de una familia con larga trayectoria política. Su abuelo materno fue el expresidente Julio César Turbay Ayala y su abuelo paterno, Rodrigo Uribe Echavarría, quien dirigió el Partido Liberal; a los cinco años perdió a su madre, la periodista Diana Turbay, durante una fallida operación de rescate tras un secuestro bastante conocido por la opinión pública de Colombia y el mundo.
Su vida y su carrera quedaron interrumpidas por un acto de violencia, en un hecho que ha condolido e indignado a muchos colombianos y ha vuelto a poner en discusión la seguridad de los líderes políticos y la persistencia de la violencia como una amenaza para nuestra democracia.
No cabe duda que Colombia ha perdido en Miguel Uribe a un líder íntegro, con todas las capacidades y el compromiso para ayudar a construir un mejor país.
Voces de diferentes latitudes de Colombia y el mundo siguen llegando en torno al caso que hoy nos ocupa, exigiendo pronta respuesta a la justicia, encargada de su investigación.
La Fiscalía General de la Nación confirmó que radicará la solicitud de audiencia de imputación de cargos contra los judicializados por el atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay, con el fin de que se les impute el delito de homicidio agravado y no el de grado de tentativa.
Esta situación cambia el panorama judicial y agrava la situación jurídica de los procesados, entre los que se encuentra el menor de 15 años que abrió fuego contra el precandidato en pleno acto político en un parque de Fontibón el pasado 7 de junio.
El asesinato de Miguel Uribe Turbay no solo deja un impacto profundo en el ánimo de la sociedad, que se había manifestado en unidad para rechazar el atentado, sino que podría terminar determinando el devenir de las próximas elecciones presidenciales en Colombia, que es el país con mayor historial de crímenes políticos en América Latina.
Paz en su tumba.