‘Clubes de Tejedoras’ se abren paso en la industria con nueva colección

En diferentes barrios de Barranquilla, el sonido de las conversaciones se entrelaza con el golpeteo suave de las agujas y los hilos que recorren el lino. Allí, 16 Clubes de Tejedoras han convertido el oficio artesanal en una red viva de apoyo mutuo, donde cada puntada no solo construye piezas únicas, sino también historias de empoderamiento y solidaridad.

Estos espacios, más que talleres, funcionan como puntos de encuentro donde las artesanas comparten técnicas, experimentan con nuevos diseños y, sobre todo, fortalecen lazos entre vecinas. El tejido se ha transformado en una herramienta de autonomía económica y en un puente para transmitir saberes de generación en generación, preservando un oficio que es parte del patrimonio cultural local.

Hoy, fruto de este trabajo colectivo, los Clubes de Tejedoras llegan a Muebles Jamar con una colección de sobrecamas en lino hechas completamente a mano. La exposición, ubicada en la tienda de Vía 40, permanecerá abierta durante todo el mes y ofrece piezas que pueden encargarse directamente a los clubes, asegurando que la ganancia vaya íntegramente a las artesanas.

Cada sobrecama es un testimonio de dedicación y creatividad, resultado de horas de trabajo paciente que combinan técnicas heredadas con propuestas contemporáneas. Para Merce Botero, coordinadora del proyecto, esta alianza tiene un significado profundo: “Es una oportunidad para que el talento de nuestras tejedoras llegue a nuevos públicos. Detrás de cada pieza hay una historia de esfuerzo, comunidad y amor por un oficio que nos une y nos transforma”.

La muestra no se limita a exhibir productos; presenta auténticas obras de arte textil que revelan la diversidad de estilos y miradas dentro de los 16 clubes. Mery Pérez, líder de tejido, lo resume así: “Aquí encontramos apoyo, aprendemos unas de otras y creamos juntas. Ver nuestras piezas en un espacio como este nos llena de motivación para seguir creciendo como comunidad”.

Más allá del aspecto estético, la iniciativa también envía un mensaje claro sobre la necesidad de integrar a pequeños productores y artesanos a circuitos comerciales más amplios, evitando la intermediación abusiva y garantizando que el valor del trabajo manual se quede en manos de quienes lo realizan.
Durante el mes de exhibición, los visitantes tendrán la oportunidad de conversar con algunas de las tejedoras, escuchar sus historias y apreciar de cerca la calidad de las puntadas que, más que unir hilos, tejen comunidad y esperanza.