Comunidades denuncian la ausencia de la Alcaldía de Santa Marta y de la Oficina de Gestión del Riesgo mientras familias enteras viven entre el lodo y las aguas residuales.
Por: Redacción.
DIARIO LA LIBERTAD.
Barrio Galán en Santa Marta: tragedia, abandono y politiquería tras el desastre de las lluvias…
El barrio Luis Carlos Galán, en la ciudad de Santa Marta, se ha convertido en un símbolo de lo que ocurre cuando la naturaleza golpea con fuerza y las autoridades responden con indiferencia. El pasado domingo 3 de agosto, un torrencial aguacero que se prolongó por casi cuatro horas desató inundaciones y deslizamientos en más de 50 barrios de la capital del Magdalena. Entre los más afectados está esta comunidad, donde el agua y el lodo afectaron viviendas, y la desesperanza terminó de cubrir el panorama.
El equipo periodístico de DIARIO LA LIBERTAD recorrió el sector este sábado 9 de agosto, constatando no solo el desastre material, sino también el abandono institucional que lo ha seguido. Lo que se vive allí no es un simple problema pasajero: es una emergencia social y sanitaria que, según los líderes comunitarios, no ha sido atendida con la urgencia ni la seriedad que exige la situación.
“Si estos no son damnificados, ¿entonces qué son?”
Richard Olmos, edil de la localidad 2, caminaba entre el lodo y los escombros cuando lanzó una frase que resume la indignación vecinal: “Señor Alex Velázquez, si estos no son afectados, entonces ¿qué son?”. La pregunta estaba dirigida al director de la Oficina para la Gestión del Riesgo y Cambio Climático de Santa Marta (Ogricc), quien días atrás afirmó que en la ciudad “no hay damnificados”.
Olmos sostiene que solo en el barrio Luis Carlos Galán hay más de 10 familias afectadas de manera crónica y un centenar de damnificados por las lluvias recientes. A ellos se suman casos similares en sectores como Pescaito, Bastidas, Timayui, Once de Noviembre, Luz del Mundo y Nacho Vives. Sin embargo, según el edil, el Distrito no ha enviado a su personal a atender de forma directa las necesidades más urgentes.
“Cuando se habla de emergencia, se habla de atención prioritaria… No es justo que a esta fecha no tengamos a la Oficina de Gestión del Riesgo atendiendo físicamente a la comunidad, palpando las necesidades. Más bien lo que vemos es un choque de trenes políticos, politiquería pura”, reclamó.
Olmos pidió maquinaria amarilla para despejar las zonas donde las casas quedaron semienterradas. También exigió que cesen las disputas partidistas y que Gobernación del Magdalena, Alcaldía de Santa Marta y Gobierno Nacional coordinen acciones reales, más allá de las fotos y los anuncios.
Críticas directas al gabinete distrital
El edil no se guardó nada al cuestionar el trabajo del gabinete del alcalde Carlos Pinedo Cuello. Según Olmos, el 90% de los funcionarios son “obsoletos” y no responden a las necesidades reales de la ciudad.
“El director de Gestión del Riesgo sabe de esto lo que yo sé de la NASA y técnico de aviación: nada. El alcalde no ha cambiado su gabinete y tiene que hacerlo, por el bien de la ciudad. Un alcalde no puede tener los ojos en todas partes, pero para eso están los secretarios y directores. Para eso les pagamos”, sentenció.
Olmos señaló que su labor como edil lo lleva a estar en las calles todos los días identificando problemas, pero que es indispensable que las soluciones lleguen con transparencia, evitando favoritismos y asegurando que los recursos lleguen a quienes realmente los necesitan.
El drama sanitario: aguas residuales como pan de cada día
La crisis en el barrio Luis Carlos Galán no se limita a los daños provocados por las lluvias. Sus calles y viviendas llevan años conviviendo con aguas residuales que fluyen sin control, generando un foco permanente de enfermedades.
El edil denunció que la Alcaldía de Santa Marta y las autoridades competentes han tolerado esta situación sin ofrecer soluciones estructurales. Incluso advirtió que, si no hay acciones concretas, la Fiscalía General de la Nación debería intervenir.
“Aquí la calidad de vida se deterioró por completo. Las casas se desvalorizaron y, para colmo, la Alcaldía embarga a familias que deberían estar clasificadas en extrema pobreza. Les llegan recibos de predial altísimos y el Sisbén los ubica en categorías B o C, cuando no tienen empleo, salud ni un mínimo soporte socioeconómico”, denunció.
Las consecuencias sanitarias son visibles: adultos mayores con enfermedades crónicas agravadas, niños con problemas respiratorios y de piel, y un ambiente insalubre que hace imposible hablar de bienestar. Para Olmos, este panorama amerita una intervención urgente y prioritaria.
Emergencia ignorada: de la tragedia al olvido
El 3 de agosto no solo fue un día de lluvias. Fue el inicio de una cuenta regresiva hacia la desesperanza para cientos de familias samarias. En barrios como San Fernando, Diecisiete de Diciembre y Luis Carlos Galán, el agua entró a las casas, arrasó con enseres y dejó tras de sí una mezcla de barro y basura que hoy sigue sin ser retirada en su totalidad.
Pese a que la Oficina de Gestión del Riesgo tiene el mandato de actuar de inmediato en estas circunstancias, su ausencia física en el terreno es evidente. Mientras tanto, las familias se sostienen gracias a la solidaridad de vecinos y organizaciones de buena voluntad.
Los líderes comunitarios han pedido una rendición de cuentas sobre cómo se asignan y ejecutan los recursos destinados a la atención de emergencias. Sospechan que, como ha ocurrido en otros casos, la ayuda se entrega de manera discrecional, beneficiando a unos pocos y dejando a muchos sin recibir un solo apoyo.
Un llamado que no puede esperar
La tragedia de Luis Carlos Galán no es una anécdota más en la historia de las lluvias en Santa Marta. Es una advertencia de lo que sucede cuando la indiferencia institucional se mezcla con la vulnerabilidad social. La ausencia de planes de contingencia eficaces, la falta de transparencia en la gestión de recursos y el uso político de la tragedia son ingredientes para un desastre aún mayor.
Los vecinos lo dicen con claridad: “Queremos soluciones, no discursos”. La pregunta es si las autoridades escucharán antes de que una nueva lluvia convierta la tragedia en catástrofe.
Y.A.