7 de agosto, Batalla de Boyacá ¿Dónde están nuestros símbolos patrios?

En el marco de esta histórica fecha, vale la pena preguntarse qué tan presentes están hoy los símbolos patrios en la vida cotidiana. ¿Sabemos realmente lo que representan? ¿Cómo los usan los jóvenes? ¿Qué tanto se enseñan en los colegios?

Redacción Sociales
LA LIBERTAD

Cada 7 de agosto, Colombia conmemora la Batalla de Boyacá, un episodio fundamental en la lucha por la independencia. Sin embargo, más allá de los actos oficiales y los discursos solemnes, la relación cotidiana de los ciudadanos con sus símbolos patrios parece diluirse.
La fecha está presente en el calendario escolar y gubernamental, pero en las calles, en las casas y en las conversaciones cotidianas, el recuerdo de ese día histórico suele pasar inadvertido. La pregunta es inevitable: ¿qué tanto sentido tienen hoy la bandera, el escudo y el himno nacional para los colombianos del siglo XXI?

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Entre la solemnidad y la rutina

Los símbolos patrios están presentes en las instituciones educativas, en los edificios gubernamentales y en eventos deportivos. Sin embargo, para muchos niños y jóvenes, su significado parece cada vez más lejano.
En diversos planteles educativos del país, se realiza semanalmente la izada de bandera, pero en muchos casos el acto se percibe como una formalidad más que como un momento de reflexión.
Del mismo modo, el himno nacional, aunque cantado con respeto en actos públicos, a menudo se entona de forma automática, sin una real comprensión de su letra o su intención original. El escudo, por su parte, permanece casi invisible para buena parte de la población, relegado a papelería institucional y monedas que pocos observan con detenimiento.
En el sistema educativo colombiano, los símbolos patrios están incluidos en los contenidos de Ciencias Sociales y Ética, pero su enseñanza suele centrarse en aspectos memorísticos. Algunos docentes reconocen que el tiempo destinado a estos temas es escaso y, en muchos casos, se abordan de manera superficial.
Actualmente, hay muchos estudiantes que desconocen el significado de los elementos del escudo nacional o el origen del himno. Y es que por falta de estrategias pedagógicas atractivas, los jóvenes pueden no lograr establecer vínculos emocionales o culturales con estos.
Esta situación refleja una desconexión entre los contenidos escolares y las experiencias reales de los estudiantes, quienes, si no encuentran sentido en lo que aprenden, difícilmente integrarán ese conocimiento a su vida diaria.

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¿El 7 de agosto es una celebración o una oportunidad para reflexionar?

La conmemoración de la Batalla de Boyacá, más que un acto festivo, representa una oportunidad para reflexionar sobre el camino hacia la independencia, la construcción de una nación y los valores que dieron origen a Colombia. Lo cierto es que el enfoque con el que se aborda esta fecha en muchos espacios públicos parece limitarse a lo protocolario.
Detrás del 7 de agosto hay historias humanas, decisiones valientes y luchas colectivas que merecen ser contadas con mayor profundidad. Recordar la batalla es también una forma de reconocer los aportes de campesinos, afrodescendientes, pueblos originarios y jóvenes combatientes que hicieron posible una transformación histórica.
Frente a la desconexión que existe entre los ciudadanos y los símbolos patrios, el arte y la cultura se han convertido en herramientas poderosas para resignificar su valor. En diferentes ciudades del país, colectivos juveniles han reinterpretado la bandera en murales, ropa urbana y proyectos audiovisuales que mezclan tradición y contemporaneidad.
Algunos músicos han adaptado el himno nacional a nuevos ritmos, sin alterar su solemnidad, pero buscando que nuevas generaciones se acerquen a él con interés y orgullo. En el cine, el teatro y la literatura también han surgido relatos que dan voz a los olvidados de la historia oficial y permiten ver la independencia desde otros ángulos.
Estos lenguajes artísticos no solo revitalizan el imaginario patrio, sino que invitan a preguntarse qué significa ser colombiano hoy y cómo los símbolos nacionales pueden reflejar esa diversidad cultural, social y generacional.
Para que los símbolos patrios recuperen su fuerza en la vida cotidiana, es necesario que sean vividos y no solo recordados. Darles contexto, sentido y emoción es clave para que nuevas generaciones los asuman como parte de su identidad.
No se trata de imponerlos ni de repetir discursos antiguos, sino de integrarlos en las conversaciones del presente: ¿Qué representa hoy el color rojo de la bandera? ¿Qué valores están detrás del escudo? ¿Qué sentimos al escuchar el himno en un momento difícil como país?
Estas preguntas no tienen respuestas únicas, pero sí abren caminos de diálogo, educación y construcción de ciudadanía. Y es que cuando los símbolos patrios se comprenden, se respetan, y cuando se respetan, se defienden y se proyectan con orgullo.
Este 7 de agosto la invitación es a mirar los símbolos patrios con otros ojos, a comprender que la bandera no es solo una tela colgada en una pared, ni el himno una simple melodía. Son expresiones de una historia común y compleja, pero que también está llena de luchas, sueños, esperanza y resistencia.