¡Solos nos muelen!

Por EMILIO J. ARCHILA

El Producto Interno Bruto (PIB) de California, uno de los 52 estados de los Estados Unidos de América, es 60 veces mayor que el de Colombia. En esta época en la que todo gira en torno al balance comercial y, en su acepción más cruda, al “quién gana qué”, no podemos seguir anclados a la forma tradicional de relacionarnos con ese país. Necesitamos ser creativos y visionarios.

En el ABC de las negociaciones aprendimos que existen varios modelos: desde los que privilegian principios, pasando por los que buscan beneficio mutuo y alianzas, hasta los que creíamos superados, como aquellos de corte mercantilista y egoísta.

Seríamos ingenuos si no reconociéramos que, con Estados Unidos y con Rusia, hemos vuelto a la lógica del «gana o pierde», del cálculo monetario de beneficios y costos.

También aprendimos que quien pone las reglas suele tener ventaja. Y si, además, es quien domina la agenda, decide cuándo negociar y puede prescindir de nosotros, pero nosotros no de ellos, estamos ante un desafío mayor.

En estas circunstancias, debemos actuar con inteligencia:

Para empezar, hay que abrir espacios de negociación. Los temas no son prioritarios en abstracto, sino por las motivaciones que los sustentan. Por eso, es crítico identificar, más allá del narcotráfico, qué aspectos siguen siendo relevantes para los Estados Unidos en su relación con Colombia.

Allí, los intereses del gobierno y del sector privado norteamericano pueden divergir. Pero recordemos que las prioridades de sus funcionarios responden a lo que es importante para sus electores. Si logramos movilizar grupos de presión que vean en nosotros un aliado, lograremos “existir” para los departamentos de Comercio y de Estado. Para ello, el sector privado colombiano es clave. Si nuestros empresarios, estudiantes, líderes sociales y académicos logran sensibilizar a sus contrapartes en EE.UU. sobre cómo sus propios intereses se ven afectados si Colombia cae, eso sí moverá a legisladores y funcionarios.

También debemos tener visión de largo plazo. Este polvorín no durará para siempre, ni aquí ni allá. No agotemos energías innecesariamente ni creemos condiciones que después no podamos revertir.

Hay que fortalecer los lazos paralelos. Ambos países tienen separación de poderes y una amplia red de actores no gubernamentales. Las conexiones entre jueces, fiscalías, bancos centrales, departamentos y municipios son más duraderas que las coyunturas políticas. Estas colaboraciones crean una telaraña de vínculos que nos mantiene mutuamente vigentes.

Asimismo, debemos buscar alianzas de propósito específico con otros países. Nuestra relación bilateral con EE.UU. o Rusia no cambiará nuestro tamaño, pero sí podría mejorar si negociamos en bloque. Si nos sumamos con otros países, podrían hablarnos en otro tono. No se trata de alinearnos ideológicamente, sino de obtener mejores condiciones para nuestros bienes y servicios. Colombia vive uno de sus mejores momentos cafeteros: sería oportuno repensar cómo, en el pasado, los productores lograban una sola voz en cantidad, calidad y condiciones.

“Solo los locos repiten lo mismo una y otra vez esperando resultados diferentes.” Como en este punto de nuestras relaciones con dos potencias está tanto en juego, ¡Apostémosle a la cordura!