¿Por qué tantas mujeres ya no quieren ser madres?

Cada vez más mujeres en Colombia deciden no tener hijos. De acuerdo con algunas encuestas, esta decisión sería una respuesta a la falta de apoyo y las dificultades económicas que se enfrentan en la actualidad.

Redacción Sociales
LA LIBERTAD

¿Qué está llevando a tantas mujeres a renunciar a la idea de ser madres? La pregunta parece simple, pero detrás encierra un fenómeno complejo, profundamente estructural y cada vez más visible. La maternidad, tradicionalmente idealizada como una etapa natural y deseable en la vida de las mujeres, ha dejado de ser un destino incuestionable.

En Colombia, la caída de la tasa de natalidad lo confirma. En 2024 se registraron solo 445.011 nacimientos, la cifra más baja en más de dos décadas y la primera vez desde 1998 que el número de bebés nacidos cae por debajo del medio millón. Esto representa un descenso del 13,7 % frente a 2023 y del 32,7 % en comparación con 2015, según datos del DANE.

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Sin embargo, lo más revelador no son solo los números, sino lo que explican: el esfuerzo de ser madre hoy está atravesado por múltiples barreras. Desde la falta de tiempo y apoyo hasta el agobio económico y emocional, el panorama para millones de mujeres es tan exigente como desigual.

La reciente Encuesta Nacional de Demografía y Salud (2025), elaborada por el Ministerio de Salud y Protección Social, señala que tres de cada cuatro mujeres en Colombia no desean tener hijos, y solo una de cada seis expresa interés en la maternidad. No se trata de una generación sin afecto o de un cambio de valores, pues lo que hay detrás es un escenario social donde criar implica un desgaste profundo, muchas veces en soledad.
Según el informe ‘Ser mujer, madre y sostén del hogar en Colombia: una ecuación desigual’, realizado por la Fundación WWB Colombia con base en datos del DANE, la maternidad en Colombia tiene rostro de mujer sola y trabajadora, atrapada en condiciones que deterioran su calidad de vida y su bienestar emocional.

Y es que cada vez más hogares son liderados por mujeres. En 2015 representaban el 36,4 %, y para 2024 alcanzaron el 46,5 %. Solo entre 2023 y 2024, se sumaron 300 mil hogares más encabezados por mujeres.
Pero más que liderar, estas mujeres sostienen, cuidan, resuelven y renuncian. En muchos casos, deben asumir la crianza sin apoyo del padre, sin redes familiares sólidas, sin servicios públicos que respalden su esfuerzo. El 42,3 % de ellas se considera en condición de pobreza, y el 44,3 % afirma que su situación ha empeorado frente a años anteriores.

Precariedad que se hereda, cuidado que no se paga

La feminización de la pobreza sigue siendo una constante en Colombia. En 2024, más de 2,4 millones de hogares liderados por mujeres enfrentaron inseguridad alimentaria, y en 1,1 millones de ellos simplemente no hubo comida. A esto se suma una estadística aún más alarmante: el 44,1 % de estas mujeres expresó haber sentido preocupación por la escasez de alimentos en su hogar, una cifra que supera en 7 puntos porcentuales a los hombres cabeza de familia.
Además, las mujeres destinan mucho más tiempo que los hombres al cuidado no remunerado. Según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, ellas dedican 4 horas y 38 minutos más por día a estas tareas. Esa carga invisible, agotadora y no pagada, les deja menos tiempo y oportunidades para acceder a empleo formal o educación, afectando su autonomía económica y su salud mental.

En palabras de Esneyder Cortés, director de Planeación y Estrategia de la Fundación WWB Colombia, esta es una “ecuación desigual donde las mujeres tienen más responsabilidades, menos ingresos y menor bienestar. Y en esa ecuación, pierde el país”.

Ser madre no es solo dar vida, es sostenerla

Lo que se exige a una madre hoy va mucho más allá del amor. Se espera que eduque, que trabaje, que cuide, que ahorre, que cocine, que nunca se canse y que, además, no se queje. El ideal de la “madre sacrificada” aún pesa, pero muchas mujeres ya no están dispuestas a cargarlo solas.
La falta de corresponsabilidad por parte de los padres es otro factor crucial; la ausencia del padre no es solo física, sino también emocional y económica. La legislación, aunque ha avanzado, todavía deja vacíos en la protección de la maternidad y la garantía de condiciones dignas para criar.
Por eso, la caída en la natalidad no puede seguir leyéndose como una simple preferencia individual, sino como una decisión profundamente política y social, un síntoma de que algo no está funcionando en el modelo actual de sociedad, entendiendo que las mujeres no están renunciando a la maternidad por egoísmo, por el contraigo, renuncian a una maternidad que castigue.

No repetir el patrón

Entre las mujeres más jóvenes, el rechazo a la maternidad es aún más marcado. Muchas crecieron viendo a sus madres agotadas, sobrecargadas, luchando contra la pobreza o la ausencia, y hoy, con más acceso a la información, a la educación y a nuevos modelos de vida, eligen no repetir la historia.
La decisión de no tener hijos ya no es marginal. Se convierte, en muchos casos, en una forma de protegerse, priorizarse o simplemente resistir ante una sociedad que aún no garantiza las condiciones mínimas para criar con dignidad.

Finalmente, la caída de la natalidad en Colombia no es solo una estadística, es una alerta. Mientras más mujeres optan por no ser madres, el país tiene la oportunidad, y la urgencia, de revisar cómo acompaña, protege y reconoce el valor del cuidado.