Redacción web La Libertad
Noticias Con Libertad estuvo en San Fernando y Bastidas, dos de los barrios que más sufrieron tras el aguacero más fuerte del año en Santa Marta. Caminamos por calles que se convirtieron en ríos, donde el agua alcanzaba las rodillas y lo arrastraba todo: colchones, muebles, memorias.
En pocas horas, la ciudad vivió una emergencia sin precedentes: 155 milímetros de agua cayeron en apenas cuatro horas, provocando el colapso de más de 50 barrios. Casas destruidas, hospitales inundados, centros comerciales cerrados y cientos de familias sin saber por dónde empezar a reconstruir.
Hablamos con madres que perdieron las cunas de sus hijos, con abuelos que veían sus techos caerse a pedazos, con jóvenes que rescataron lo que pudieron entre el lodo y el miedo. Camas, neveras, ropa y hasta recuerdos de toda una vida fueron arrastrados por la furia del agua.
“Perdí todo, no sé por dónde empezar”, nos dijo Carmen, vecina del barrio Bastidas, mientras trataba de sacar el barro de lo que alguna vez fue su sala.
La ciudad aún no se repone. Mientras las autoridades activan planes de ayuda y evaluación de daños, las familias afectadas piden no ser olvidadas cuando pase la tormenta.
Esta vez la lluvia no solo mojó calles, también dejó al descubierto el abandono histórico en sectores que, año tras año, enfrentan emergencias sin soluciones reales.
Santa Marta llora con el cielo abierto. Y sus barrios más humildes son los que siempre terminan pagando el precio más alto.
