Desde un evento en Santa Marta, el presidente Gustavo Petro reafirmó su deseo de construir una réplica de la Estatua de la Libertad en Cartagena, que represente la diversidad étnica, la libertad verdadera y la identidad mestiza de Colombia.
Durante un evento público celebrado en Santa Marta, el presidente Gustavo Petro volvió a poner sobre la mesa una idea que ha causado revuelo político y cultural: la construcción de una Estatua de la Libertad en Cartagena, inspirada en la emblemática figura neoyorquina, pero con rasgos propios de América Latina.
“Hay que ponerlo aquí, ya no nos van a entregar a la diosa libertad que está en Nueva York, pues hagamos una. Construyámosla en Cartagena, ministra de la Cultura, si tenemos plata. Pero eso sí, tiene que ser linda, linda, linda, porque debe ser morena, piel canela”, expresó Petro en su intervención, apelando a una visión de libertad arraigada en la historia y la sangre mestiza del continente.
La iniciativa no es nueva. Semanas atrás, Petro ya había sugerido que si Estados Unidos no garantizaba los derechos humanos y la libertad de sus migrantes, entonces Colombia debía apropiarse simbólicamente del concepto. “Pongámonos de acuerdo con lo que toca: democracia y libertad; si no, esa estatua de Nueva York hay que trasladarla a Cartagena”, dijo entonces desde la Casa de Nariño, provocando tanto apoyos como rechazos.
El mandatario defendió la idea de una Estatua de la Libertad morena, como reflejo de las culturas afrodescendientes, indígenas y mestizas que configuran la identidad nacional. Reivindicó especialmente la historia de San Basilio de Palenque, que calificó como “el primer territorio libre de América”, fundado por esclavizados que se rebelaron y lucharon por su autonomía.
En este contexto, Petro volvió a cuestionar el trato que Estados Unidos da a los migrantes latinoamericanos. “Cómo nos van a tratar como esclavos, con cadenas, en los aviones; persiguiéndonos en las calles de Nueva York; mataron a una señora colombiana por eso”, denunció.
El presidente busca que esta estatua no sea solo un objeto decorativo, sino un símbolo de la resistencia latinoamericana, un acto de afirmación cultural y política frente al poder simbólico de Occidente. “La libertad no tiene por qué tener un solo rostro. También puede tener rostro latino, piel canela, y cabello ensortijado”, parece sugerir su discurso.
El reto ahora está en manos del Ministerio de Cultura, que deberá evaluar la viabilidad y sentido de una obra que podría convertirse en un nuevo ícono cultural y político del Caribe colombiano, pero también en un nuevo foco de debate nacional.
Y.A.