Desde Cali, la vicepresidenta denunció el racismo estructural, el abandono institucional y la exclusión dentro del propio Gobierno de Gustavo Petro: “Me trataron como criminal por el color de mi piel”.
🔴 La vicepresidente Francia Márquez se desahogó en vivo en foro en Cali: “He aguantado mucho, pero hoy he decidido hablar”.
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— Revista Semana (@RevistaSemana) July 25, 2025
Francia Márquez dejó de callar. Este viernes, durante un evento conmemorativo del Día Internacional de las Mujeres y las Niñas Afrodescendientes, la vicepresidenta de Colombia alzó su voz en el auditorio de la Universidad Libre de Cali. Con el pecho apretado por años de silencios impuestos, se desahogó ante el país: “He aguantado mucho, pero hoy he decidido hablar”.
Y habló sin tapujos. Márquez, con tono firme y emocionado, expresó: “No voy a fingir que no duele, que no cansa, que no desgasta. Tengo ganas de gritar, de contarles cómo este país nos arrastra en sus narrativas de exclusión, nos asfixia en su desconfianza, y luego nos culpa por no respirar”.
La vicepresidenta reveló que ha vivido múltiples episodios de exclusión dentro del mismo Gobierno del presidente Gustavo Petro, al que ayudó a llegar al poder. “Me dieron la misión de crear una institución sin estructura, sin recursos, sin apoyo. Me dijeron: ‘Hazlo tú’. Y cuando argumenté que tres viceministerios eran muchos, me exigieron cinco. Lo hice, a pesar del bloqueo sistemático”.
Con amargura pero sin temor, denunció el trato recibido por su color de piel: “Me acusaron de no ejecutar, cuando jamás me entregaron el instrumento para hacerlo. Se promovió la idea de que como soy negra, seguro robo. Sin haber tocado un peso, me trataron como criminal. Porque el color de mi piel, tristemente, para muchos, me hace culpable”.
Márquez fue más allá: “Me exigieron ser sumisa. Cuando exigí respeto, me llamaron arrogante. Poco a poco, lo que se me dijo en privado se va haciendo público. Ahora que guardo prudencia, se me acusa de complicidad por guardar silencio. Esto no es solo personal. Esto es estructural”.
Con su testimonio, la vicepresidenta no solo visibilizó su dolor, sino también el de miles de mujeres afrodescendientes que siguen enfrentando un país que les da la espalda. Sus palabras marcan un antes y un después, no solo en su papel dentro del gobierno, sino en la forma en que se enfrentan las violencias institucionales que persisten en el corazón del poder.
Y.A.