La Guajira cumple 60 años: una conmemoración que interpela más que celebra

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Este 1° de julio de 2025, La Guajira cumple seis décadas como departamento, una fecha que más que dar lugar a celebraciones festivas, invita a una reflexión profunda sobre el rumbo que ha tomado este territorio a lo largo de su historia. Lo que en los años 60 se perfilaba como una región con gran potencial económico y social, ha sido socavado por crisis estructurales, corrupción institucionalizada, olas de violencia, bonanzas destructivas y olvido estatal.

En sus primeras décadas, La Guajira era un referente de productividad: la economía agroindustrial, ganadera y comercial representaba más del 70 % del PIB regional, y el hambre no hacía parte del panorama. Pero todo comenzó a desfigurarse con la llegada de la Bonanza Marimbera en los años 70, que transformó los referentes sociales y culturales de la región. La educación y el trabajo honesto fueron desplazados por la cultura del dinero fácil, la ostentación y la violencia. Aquel periodo cambió la estructura económica y política de la región para siempre.

Luego llegó otra bonanza, esta vez legal: la explotación del carbón, que convirtió a La Guajira en un enclave minero estratégico, pero sin desarrollo local. Empresas extranjeras y contratistas nacionales extrajeron recursos millonarios, mientras las comunidades permanecieron atrapadas en la pobreza, la desnutrición y el abandono estatal. La paradoja persiste: uno de los territorios con mayores regalías en Colombia es también uno de los más pobres del país.

La Universidad de La Guajira, nacida en medio de este contexto, pasó de ser una promesa educativa a un instrumento de la politiquería local, perdiendo su capacidad de transformación social. El deterioro institucional no solo alcanzó el sistema educativo, sino también la salud, la infraestructura y la gestión ambiental.

Hoy, cuando se cumplen 60 años de vida administrativa, La Guajira enfrenta una encrucijada histórica: continuar bajo el dominio de élites políticas que han hecho del territorio su feudo, o recuperar el sentido colectivo, ético y sostenible del desarrollo. Esta fecha no puede resumirse en izadas de bandera ni en desfiles institucionales. Es momento de mirarse al espejo como sociedad, de reconocer errores, de escuchar a las comunidades históricamente silenciadas y de abrir camino a un nuevo proyecto regional, más justo, más digno, más humano.

Conmemorar los 60 años de La Guajira no es un acto de nostalgia, sino un llamado urgente a la verdad, la justicia social y la transformación real.