El día que un temido terrorista iraní fue estafado por dos paisas con más calle que ideología

Era 2021 y en Bogotá se gestaba un atentado internacional digno de película.

Dos diplomáticos israelíes eran seguidos día y noche: su rutina, sus casas, sus trabajos, hasta las panaderías que frecuentaban. Todo apuntaba a que estaban marcados para morir. Lo que nadie imaginaba era que el plan terminaría en una tragicomedia con acento colombiano.

Detrás del intento de ataque estaba Rahmat Asadi, un iraní de 40 años, prófugo en casi 200 países y ficha clave de la temida Fuerza Quds, el brazo más radical de la Guardia Revolucionaria Islámica. Un tipo peligroso, con dinero, contactos… y un ego lo suficientemente grande como para caer en una estafa de proporciones épicas.

¿Los encargados del atentado? ‘Jimmy’ y ‘Andrés K’, dos ladrones de joyas paisas con pasado en cárceles de Dubái y doctorado en labia. Asadi los conoció tras las rejas y creyó que había encontrado a sus nuevos soldados. Les vendió su cruzada anti-israelí, su odio religioso, su causa sagrada. Ellos lo escucharon atentos… y por dentro ya estaban haciendo cuentas.

Porque no eran mártires, eran vivos criollos.

Ya en Colombia, los colombianos montaron el show. Alquilaron carros de lujo, siguieron a diplomáticos, tomaron fotos, enviaron supuestos reportes “tácticos” a Irán. Mientras tanto, Asadi giraba plata: 20 mil dólares en criptomonedas de entrada, con la promesa de otros 100 mil cuando el «trabajo» estuviera hecho.

Pero las únicas balas que dispararon fueron de licor en fiestas privadas. Se gastaron el adelanto en rumbas, drogas, mujeres y carros nuevos. Y al iraní lo tenían convencido de que todo marchaba según lo planeado.

Hasta que se cansó de esperar.

Asadi empezó a presionar. Les exigía resultados, amenazaba, gritaba desde Oriente Medio. Entonces, los paisas hicieron lo que mejor saben hacer: desaparecieron. Dejaron al mega terrorista colgado, estafado, burlado… y con cero cadáveres que mostrar.

Hoy, Rahmat Asadi sigue escondido en Irán, furioso, con su orgullo hecho trizas y 20 mil dólares menos. Y ‘Jimmy’ y ‘Andrés K’, según fuentes, se esconden en algún rincón del planeta, muertos de risa por el día que lograron lo que ni la CIA pudo: tumbar a uno de los terroristas más buscados del mundo… y salir con plata en el bolsillo.

La historia no terminó en atentado, pero sí en vergüenza internacional para quien pensó que la malicia paisa podía ser aliada de una causa extranjera. Spoiler: nunca lo fue.