“La advocación de Nuestra Señora del Carmen es un sostén emocional para el pueblo y las familias”

En Barranquilla, la parroquia que lleva su nombre en el Centro Histórico se prepara para una jornada de devoción, recogimiento y encuentro comunitario.

Redacción Sociales
LA LIBERTAD

La Iglesia Católica conmemora cada 16 de julio a Nuestra Señora del Carmen, una advocación que, más allá de su profundo significado espiritual, ha marcado la historia religiosa y cultural de muchos pueblos.
Durante una entrevista con Diario LA LIBERTAD, el padre Juan David Rendón, párroco de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen en Barranquilla, compartió no solo los detalles de esta festividad, sino también el papel que cumple esta devoción en tiempos de incertidumbre.
“La Virgen del Carmen es una de las advocaciones más queridas dentro de la cristiandad. Ha acompañado desde el siglo XVI a nuestros pueblos americanos y, particularmente, a Barranquilla. Está en el corazón de nuestras familias, es sinónimo de unidad y de esperanza”, expresa el sacerdote.

El origen de esta devoción se remonta al año 1251, en el Monte Carmelo, en Israel. Allí, según se relata, la Virgen María se apareció a San Simón Stock, entregándole el escapulario y haciéndole como promesa que “quien lo lleve con fe será conducido a la salvación”.
Esta imagen mariana llegó a América junto a los procesos de evangelización durante la colonización española, y rápidamente se enraizó en las costumbres religiosas de los pueblos latinoamericanos. Con el tiempo, la devoción no solo se fortaleció, sino que se integró profundamente a la vida espiritual de comunidades enteras.

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De la fiesta popular a la fe viva

Durante muchos años, la celebración en honor a la Virgen del Carmen se asoció a festividades populares que, en ocasiones, perdían el sentido espiritual de la fecha. Sin embargo, hoy en día, según el padre Juan David Rendón, esta fiesta ha tomado un nuevo rumbo.
“Queremos una celebración centrada en la veneración, en el encuentro con María como signo de esperanza. Poco a poco, ha cambiado su morfología, alejándose del desorden para acercarse a lo que verdaderamente representa”.
En el marco de esta fecha, la parroquia Nuestra Señora del Carmen prepara una intensa jornada de actividades para este miércoles 16 de julio. Desde las 4:00 a. m., una caravana recorrerá las calles en honor a la Virgen. Luego, el rezo del rosario, varias eucaristías y bendiciones de vehículos y personas en el atrio, marcarán el día. La tradicional procesión partirá a las 4:00 p.m. y culminará con una eucaristía campal al anochecer.

Patrona de los caminos

Uno de los aspectos más particulares de esta advocación es su conexión con los conductores. La Virgen del Carmen es considerada la patrona de quienes se dedican al transporte terrestre, marítimo y aéreo.
“Se dice que, en tiempos antiguos, cuando los marineros se perdían, una luz les guiaba desde el Monte Carmelo y les mostraba cuál era la tierra firme. Por eso, hoy se le encomiendan quienes conducen, quienes navegan y quienes vuelan”, explica el sacerdote.

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Un mensaje para tiempos difíciles

Este año, la celebración se vive en una época que el padre Juan David define como una “crisis antropológica”, marcada por el cansancio emocional, la incertidumbre y la desesperanza.
Ante esto, la Virgen del Carmen se presenta como un llamado urgente a renovar la esperanza. “Es una invitación a confiar en que las cosas pueden mejorar, a saber que no estamos solos y que hay un Dios que sostiene nuestras vidas. Este 16 de julio debe ser un día para reconectar con la vida, para reanimar el alma”, asegura.
Además de lo religioso, el párroco también resalta el valor comunitario de estas celebraciones.
“En nuestros pueblos, la imagen de María es un sostén emocional para las familias. En los momentos más difíciles, siempre hay una oración a la Virgen, una visita al templo. Ella no solo sostiene la fe, también sostiene el corazón de nuestras familias”, concluye.
Así, este miércoles, Barranquilla no solo conmemora una fecha litúrgica, también celebra una herencia viva, un acto de fe compartida y un símbolo de esperanza que sigue iluminando el camino de miles de creyentes.