Por: Walter Pimienta
Allí está la casa vieja de los abuelos viejos. La abrieron hoy. Está el almendro del patio sin pájaros cantores. El seco brocal del pozo… y en una maceta de barro cocido, un verde toronjil en flor. Está, en lo que fue el jardín florido, la cruz de madera que ellos a la iglesia llevaran a bendecir en la última Semana Santa para espantar al diablo.
Allí está la casa vieja de los abuelos viejos. La abrieron hoy. Detrás de la puerta de comedor, pegada en la madera, la oración a Santa Bárbara arredrando contra rayos y tormentas, y la de San Ignacio de Loyola diciendo con letras de imprenta ¡Fuera Satanás!
Están las flores secas de un jarrón y, enlazando recuerdos, colgado de la pared, la memoria prolongada en la pared de un almanaque de descolorida lámina por el que corrieron todos los días de los días y los años de los años del pasado y, en las puertas de sus cuartos, pedazos de cortinas de tela incierta…Y en una repisa una aguja ensartada en su hilo esperado un botón que pegar y una llave para ningún candado.
Entran los hijos a la alcoba de los abuelos viejos y, de un clavo en la pared, de la abuela, cuelga el rosario de sus plegarias…Todo huele a humedad… La cocina guarda el humo de leños apagados y un arrume de calderos y ollas, esconde en la sombra de los guisos, la fiesta de sabores de sopas y de arroces remotos que en ellos se hicieron. Huele a manteca rancia, canela y a anís. Hay un silencio eterno de cucharas y cuchillos… Y contra las noches oscuras, en una mesita de centro, en su platillo de metal, una vela que, a medias, deteniendo su agonía de esperma, hizo el milagro de darle luz al mundo en las noches santas. Y se aguanta una dulce lágrima a punto de caer. Y se recuerda el día de sus muertes cerrándoles los ojos y poniéndoles las manos en el pecho y se paró el reloj de pared llevándose las horas que no vivieron… Y se quedó en la vitrina la vajilla que fuera de la boda.
Allí está la casa vieja de los abuelos viejos. La abrieron hoy. Está el almendro del patio sin pájaros cantores. El seco brocal del pozo… y en una maceta de barro cocido, un verde toronjil en flor. Está, en lo que fue el jardín florido, gloria de remedio casero para la tos y la angina de pecho.
Se abrió la casa vieja de los abuelos viejos. La abrieron hoy con la canción del chirrido de los cerrojos oxidados y la herrumbre en polvo, y hay huellas de pies sobre el polvo en el piso y asustada vuela una mariposa negra con su sonrisa de alas.
Allí está la casa vieja de los abuelos viejos. La abrieron hoy…cobijo de tantas historias…y crujen llorosos los maderos del techo como si tuvieran alma y se desmorona, vencido por el tiempo, un pedazo de pañete de cemento seco que pide volver a renacer…y se abrieron sus ventanas en el sosiego de una mirada sin rostro por ellas asomadas. Afuera, unos niños, juegan fútbol…todo lo ignoran…
Tiene la casa vieja de los abuelos viejos en el alar de su techo, un largo arrullo de palomas dueñas del silencio y del grito de la soledad en la fiesta de sus nidos … Y de la casa vieja de los abuelos viejos, imagino al abuelo viniendo de los años con años con su barba blanca y con sombrero de paseo, saliendo al patio a ordeñar la vaca mansa del desayuno, perol en mano jugando con sus tetas preñadas de leche y de espuma blanca en vuelo…
En un rincón de la casa vieja de los abuelos viejos, unos papeles tirados en el piso, son la ilusión vencida y muerta de los términos de una herencia intestada…En un clavo se quedó colgada la piel de la mantilla negra de la abuela que iba a misa los domingos con ella…Allí, ahora, toda gloria es pasada…Ninguna nostalgia es futura…En el cuarto de los trebejos, un serrucho y un martillo oxidados de cuando el abuelo ensayara para carpintero entre clavos doblados.
…Y veo una misteriosa sombra, el fantasma de mi abuelo montado en su caballo fugándose de las cenizas del tiempo y me sonríe para que nunca lo olvide y no le tenga miedo.
…Y creo que se fue… no quería perder el tiempo…Teñía cosas pendientes que hacer en su finca…Se fue entre el perfume de su tabaco marcando la ruta del norte…
Allí está la casa vieja de los abuelos viejos, y en su vitrina de fino cristal de murano, las soperas vacías, y las cucharas mudas con la norme mudez de ningún tintineo…