El enfoque semiocrítico para entender lo intertextual y contextual del sujeto en un texto
Alejandro Espinosa-Patrón
Espinosa.alejandro@gmail.com
El enfoque semiocrítico descrito aquí, nos podría ayudar para entender el sentido de una canción, el discurso del presidente, o si se quiere, conocer las huellas o marcas en un juicio para captar la culpabilidad o no del sujeto en un caso determinado.
Por tanto, el enfoque dentro de su practicidad y pragmática, se sustenta en el paradigma sociocrítico, pues dentro de su estructura se puede percibir esa simbolicidad comunicativa marcada por lo estético y su cuerpo, lo cual mediante la construcción del sujeto en el texto analizado o sujeto plural, tiende a implosionar dentro de las realidades sociohistóricas, en las cuales se desarrollan las acciones del contexto, de ahí que se propongan modos alternativos de interpretar/leer los diversos acontecimientos convergidos por las variables contextual e intertextual sistematizadas estas, a través de los espacios de la representación corpórea y los mecanismos deconstructores para crear resignificaciones estético-subversoras y de esta forma, anteponer ante los cánones ético-morales establecidos, otras aristas para argumentar desde el texto, intertexto y sociotexto.

Por consiguiente, el sujeto, producto del contexto, corresponde con la dinámica misma de su semiofera, pues le exige un otro para participar sin dificultad en el momento histórico, revestido de la complejidad estética de los actos para develar un mundo propio, distinto, que describe la percepción de los sujetos en los relatos ya sean estos ficticios o reales. Siendo estos sujetos la reconversión simbólica de todos los enunciantes en el discurso del presidente, el abogado, etc. en la pluralidad referencial que posibilita el encuentro a partir de la escenografía actancial tan variada como los temas a representar por medio de los procesos enunciativos.
En ese sentido, se está ante la visión de mundo donde se reafirma el “yo” no como objeto del texto mismo sino sujeto que posee su propio sentido, y que su principal misión radica en su especificidad, al entender la forma y el contenido en su esencia para develar un mundo amplio que posee su propia estructura, tejido conceptual que muestra la función de los actantes en su accionar diario, su participación y lectura acuciosa de los actores en la sociedad. De esta manera asistimos a la constitución ‘yoica’ del enunciante a través de la participación/actuación dentro de un conglomerado profundamente alegórico para deconstruir realidades y proponer alternativas argumentales.

De manera que, la transfiguración del sujeto enunciante en sujeto sociocrítico opera a partir del reconocimiento del cuerpo plural, quien representa las posibilidades de enmascaramiento y encubrimiento para develar lo explícitamente establecido por la realidad a través de la parodia y la ironía, por ejemplo; mecanismos para representar/cuestionar, y, por tanto, se sostienen, también. por la alteridad.
Además, ese cuerpo representa el escenario de la enunciación donde se materializan las relaciones de significación del texto, siempre acontecidas por marcas indíciales que hacen implosionar los contenidos soportadas por el discurso metafórico inherente a ese cuerpo simbólico a manifestarse bajo los principios enunciativos propios de la cultura que los envuelve.
Por lo anterior, la percepción que desarrollan los sujetos en el texto y fuera de él, corresponde con la “lectura que identifico simultáneamente al mundo en el sujeto y al sujeto en el mundo: visión que permite entender la identidad como la coreografía entre un dentro y un afuera sin que dicha operación desvaneciera la integridad del sujeto” (Kaiser Moro, 2018, p. 136); así, el sujeto, revestido de su cultura se inserta en un espacio semiótico que lo obliga a ser otro como sí mismo, fuera de todo prejuicio para ingresar a la nueva página abierta por su contexto real, la cual crea estamentos sígnicos-simbólicos para representar desde la trasgresión no solo referencial, sino corporal, bajo la asunción del cuerpo a manera de centro enunciativo.
Además, la trasgresión corporal implica la reafirmación del yo en el otro representado por las alegorías y su rol mediador con las prácticas sociales, pues representan el embrague del sujeto consigo mismo, el mundo circundante y las relaciones enunciativas.
Lo anterior, se estructura bajo esta dinámica, pues las instancias perceptivas van a desembocar en la configuración del sujeto plural, o cuerpo simbólico desde donde surgen renovadas convenciones para percibir la realidad real y la realidad representada mediante la corporalidad del otro en el texto evocado.
Aún más, siguiendo los postulados de Greimas y Fontanille (1994), la constitución del sujeto plural está fortalecida por la propia receptividad, pues
instituye una equivalencia formal entre los “estados de las cosas” y los “estados de ánimo” del sujeto. No está de más insistir aquí en el hecho de que, si las dos concepciones del estado – estado de las cosas, transformado o transformable, y estado de ánimo del sujeto, como competencia requerida por la transformación y producto de ella- se reconcilian en una dimensión semiótica de la existencia homogénea, es a costa de una mediación somática y “sensibilizante” (1994, pp. 14-15).
En ese sentido, emplear el enfoque semiocrítico se nos muestra como un camino expedito para entrar en los procesos complejos del texto, pues muchas veces el enunciador deja de lado nuevos ámbitos para que el enunciatario los pueda captar, explicar, y se conviertan más tarde en semiosis de otros campos, más allá de lo que la semiótica nos planteó, por supuesto, al comienzo con los clásicos y sus aportes.