Mientras la Alcaldía insiste en culpar a medusas y algas, los ciudadanos denuncian brotes cutáneos, aguas negras y encubrimiento institucional sobre la crisis ambiental que afecta a El Rodadero y Puerto Gaira.
Por: Unidad Investigativa.
DIARIO LA LIBERTAD
La crisis ambiental que se vive en las playas de Santa Marta, especialmente en sectores turísticos como El Rodadero y Puerto Gaira, ha desatado una oleada de desconfianza hacia las autoridades locales. A pesar de que la Secretaría de Salud, liderada por Jorge Lastra, afirma que los recientes brotes cutáneos registrados en bañistas se deben a «exposición a larvas de medusas, anémonas o hidras», los ciudadanos no están convencidos.
“Quieren tapar el sol con un dedo para que el turismo no se vea afectado”, expresó un usuario en redes sociales. La frase resume el sentir colectivo de una ciudadanía que, ante los síntomas físicos y visuales de contaminación por aguas negras, rechaza lo que consideran un intento de maquillar la realidad.
En un comunicado oficial, Lastra afirmó que tras una mesa técnica con participación de INVEMAR, Corpamag, Essmar y Policía Nacional, «no se encontraron agentes contaminantes en niveles que representen un riesgo para la salud humana», apuntando como causa de las erupciones cutáneas al contacto con organismos marinos comunes en esta época del año.
Pero los testimonios ciudadanos revelan otra historia. “No es cierto lo que dicen y esto no es solo de ahora; en noviembre estuve allá y dos días después me salió una dermatitis”, escribió Nasly Giraldo. Otro caso más reciente lo reporta Maddie, quien comentó que “estuve allá y salí brotada; las calles estaban rebosadas de aguas negras”.
Estos relatos, lejos de ser aislados, coinciden con denuncias de vertimientos ilegales, ausencia de planta de tratamiento de aguas residuales y niveles peligrosos de coliformes, microplásticos y metales pesados documentados por el INVEMAR en estudios anteriores.
La insistencia institucional en adjudicar el problema a «algas» o «agua mala», sin ofrecer muestras públicas del monitoreo ni pruebas claras que sustenten su narrativa, refuerza la percepción de un manejo irresponsable y evasivo del problema.
Lo curioso del caso es que las picaduras o reacciones de la piel ante larvas de meduza o «agua mala», lucen totalmente diferentes a los recientes brotes que los bañistas han presentado:

A diferencia de esto que luce totalmente diferente:

“Es preferible no meterse al mar en El Rodadero ni en zonas cercanas”, advierte otro ciudadano. Aunque el llamado oficial es a no generar pánico que afecte el turismo, ignorar las denuncias y relativizar los brotes como ‘alergias naturales’ profundiza la desconfianza y pone en entredicho la credibilidad de la administración distrital.
En el fondo, el verdadero enemigo no es la medusa, sino la desinformación institucional y la falta de acción ambiental. Mientras se juega con interpretaciones biológicas para justificar erupciones cutáneas, la ciudadanía reclama una sola cosa: verdad con base científica, medidas reales y respeto por la salud pública.
Y.A.