Por: Orlando Andrade Gallardo
A trece meses de finalizar la zozobra y el martirio para los sectores políticos de la oposición, gremios, empresarios, algunos medios de comunicación y enemigos gratuitos de Petro, pretenden pasar del golpe blando al golpe de Estado para derrocarlo. La desesperación y agonía de personajes siniestros, enemigos de la patria que pregonan ser defensores de las instituciones, son los primeros en iniciar el desorden, acudiendo a las calumnias y señalamientos infames. Las angustias se derivan por no tolerar que el gobierno del cambio modifique sus viejas costumbres retrógradas y obsoletas a un sistema progresista, con reformas que procuran por el desarrollo social y económico del país. La triste realidad para los colombianos apunta a no saber en quién confiar por falta de garantías de personajes que mostraban sus rostros y buenas intenciones de ayudar a que el país avance, resultaron ser unos gamines burócratas, como el caso del ex canciller. Otro suceso aberrante para desprestigiar al presidente, fue el comunicado enviado por la exvicepresidenta del gobierno anterior, a un alto funcionario norteamericano, enemigo de latinos y gobiernos vanguardistas, en donde incluye sin su autorización a exministros como firmantes y desmentidos públicamente, afirmando desconocer ese documento. La lista es larga, como responsabilizar al mandatario del atentado contra el senador Uribe Turbay. Que vergüenza.
Los colombianos conocemos la importancia que representa los Estados Unidos para el comercio bilateral, que según los gremios alcanza el 30% de las exportaciones, además como socio estratégico en la ayuda para combatir el crimen organizado y el narcotráfico. Igualmente el país importa gran porcentaje de sus productos de EE.UU, con balanza comercial supremamente favorable para ellos, beneficiándose ambos comercios. Desde siempre los problemas han surgido por las intervenciones de los norteamericanos en los gobiernos de los países amigos, indicando cómo deben gobernar, apoyados por funcionarios complacientes y arrodillados que permiten la intromisión. Unas de las principales responsabilidades de los mandatarios, además de cumplir con las leyes, es defender la soberanía y el territorio de su país y justamente eso es lo que hace el presidente Petro. En este principio contradictorio de intervención, la historia señala a EE.UU, como un país intervencionista por las condiciones como controla a sus aliados y Colombia tiene la negra experiencia con el departamento de Panamá. Finalizada la guerra de los mil días 1899-1902, la situación económica colombiana era supremamente grave y tuvo que aceptar en 1904 cinco millones de dólares por el departamento y este recibió 10 millones, el objetivo la construcción del canal. Para EE.UU, los países centro americanos, son el patio trasero de la Casa Blanca, el sometimiento que tiene a Cuba desde los 60, por no comulgar con sus pretensiones ideológicas, tiene a su población sometida al hambre, es por eso que la historia de la humanidad es la historia de la economía y el poder, para aplastar al débil sin compasión. Pero los principios éticos y la cultura son más fuertes que el sometimiento y esos principios los mantiene vigente el pueblo colombiano en cabeza de su presidente.
Es evidente que los riesgos del intervencionismo mantienen tensionado y en pánico a la población mundial y en el libro ‘El nuevo orden económico mundial y descontento global’, el escritor español Daniel Lacalle expone con claridad como el intervencionismo imperialista socava las instituciones de los gobiernos aliados para posteriormente someterlos. Estrategia como limitar las libertades, debilitar las economías, alejar a la población de los modelos productivos sostenible y culpar a su mandatario como responsable de todo lo malo, es la receta para intervenir. La intervención se facilita con el apoyo de sus agentes encubiertos que ocupan posiciones en el poder legislativo y de control, caso el excanciller. El fenómeno no es nuevo, los iniciadores y defensores de la irracionalidad, promovida en el siglo XIX por Schopenhauer y Nietzsche con la fórmula del imperialismo que se gestó en la Alemania nazi, es replicado en la nueva era con la alianza entre el poder político, económico, control digital e inteligencia artificial. Esta agenda conlleva a un Estado depredador que amenaza los derechos individuales y rompe los acuerdos democráticos. Al frente de este nuevo paradigma se destacan figuras con mucho poder en el planeta como Donald Trump, Javier Milei, Nayib Bukele y el súper millonario Elon Musk, entre otros. Lacalle recomienda que ante este escenario la ciudadanía del mundo deba asumir el papel de defensa de su país y proteger los derechos humanos. En Colombia, no solo debemos protegernos de esos personajes, sino los ocultos detrás de sus máscaras, como sucedió con Alvarito y la exvicepresidenta.











