*¿Te cuesta quedarte dormido?, ¿Te despiertas varias veces en la noche o te levantas muy temprano sin poder volver a conciliar el sueño?. De la mano con la médica familiar Katherine Nonzoque, descubre cómo tener un sueño más reparador.
Redacción Sociales
LA LIBERTAD
Dormir no se trata de solo cerrar los ojos, y hacerlo bien. Después de los 60 años, es casi que recargar la vida, afinar la memoria, proteger el corazón, mantener el ánimo a flote y evitar que los días se vuelvan más pesados de lo que pueden llegar a ser.
Aunque muchas personas mayores piensan que es “normal” despertarse varias veces en la noche, perder el sueño a las 3 de la madrugada o arrastrar el cuerpo durante el día, la verdad es que no lo es, y tampoco es inevitable.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca del 40% de la población en el mundo padece algún tipo de trastorno del sueño. Pero cuando se trata de adultos mayores, este porcentaje tiende a subir y a convertirse en un problema silencioso que afecta la calidad de vida.
Y es que lo que ocurre mientras se duerme es realmente significativo. Tal como lo explica la doctora Katherine Nonzoque, médica familiar de los Centros Médicos Colmédica, el sueño es el escenario perfecto donde ocurren procesos vitales que van desde la regulación del metabolismo, el fortalecimiento del sistema inmunológico y la consolidación de la memoria, hasta la limpieza profunda del cerebro.

Pero ¿qué sucede cuando ese descanso se ve interrumpido una y otra vez? Uno de los enemigos más comunes del descanso en la tercera edad es el insomnio. Puede presentarse como una dificultad para conciliar el sueño o como despertares constantes en la noche; aunque a veces es temporal, podría convertirse en un compañero crónico que afecta cada aspecto del día.
A esto se suman trastornos como la apnea del sueño, que se manifiesta con ronquidos fuertes, pausas en la respiración y somnolencia diurna, o el síndrome de piernas inquietas, que impide mantener el cuerpo en calma justo en el momento de descansar.
Con el tiempo, estos trastornos no solo causan fatiga, sino que también deterioran la concentración, la memoria, la movilidad, e incluso elevan el riesgo de caídas, enfermedades cardiovasculares, diabetes o depresión. Esto además de desgastar el cuerpo, apaga el ánimo y desdibuja los límites de la lucidez.
Señales que no hay que ignorar
Dar vueltas en la cama, despertarse varias veces, sentir irritabilidad sin motivo, tener olvidos constantes o incluso tropezar más seguido, son señales de que algo no está funcionando como debería, y es precisamente aquí donde la conciencia y la prevención juegan un papel esencial.
Dormir mal no es algo que deba aceptarse como parte de la vejez, buscar ayuda médica, conversar con un especialista o simplemente ajustar algunas rutinas puede marcar una gran diferencia. Como lo recomienda la doctora Nonzoque, acudir al médico si los síntomas persisten es el primer paso para recuperar la calidad de vida.
¿Hay solución?
Aunque los trastornos del sueño pueden parecer complejos, muchas veces se pueden mejorar con cambios simples. Establecer una rutina para dormir, reducir el consumo de cafeína y alcohol, apagar pantallas antes de ir a la cama, evitar cenas pesadas o crear un entorno tranquilo y fresco en la habitación, son prácticas que pueden transformar el descanso.
Incluso tomar siestas puede ser beneficioso, siempre que no pasen de 40 minutos y no interfieran con el sueño nocturno. La clave está en escuchar al cuerpo, respetar los tiempos de descanso y darle al sueño el lugar que merece.
Dormir bien es igual a vivir mejor
Dormir bien después de los 60 no es un lujo, es una necesidad; este es uno de los pilares fundamentales para tener energía, claridad mental, equilibrio emocional y, en muchos casos, para prevenir enfermedades.
Lo cierto es que cuando el cuerpo descansa de verdad, también lo hace el corazón, el sistema nervioso, la memoria y las emociones.
Aceptar que el sueño cambia con la edad no es resignarse. Significa entender que hay que cuidarlo mucho más, adaptarse a esos cambios y tomar acciones que permitan vivir los años dorados con total plenitud.