Alcalde de Santa Marta, Carlos Pinedo prometió al barrio Pescaito que en el primer semestre del 2024 solucionaba el problema de agua. «Deberá tener boquera» pic.twitter.com/zNYszSyYkZ
— Pasa La Voz – Barranquilla Alerta (@PasaLaVozBQ) July 6, 2025
Carlos Pinedo sin sonrojarse, se autoproclama como «el alcalde que más ha hecho por Santa Marta», una afirmación alejada de la realidad
Por Juana de Arco
Carlos Pinedo Cuello, actual alcalde de Santa Marta, se autoproclama con orgullo como «el alcalde que más ha hecho por la ciudad», una afirmación que contrasta de manera flagrante con el sentir de miles de samarios que día tras día padecen el abandono institucional, el deterioro urbano, retroceso y el incumplimiento de promesas.
En un medio de comunicación del Magdalena, Pinedo prometió al barrio Pescaito, que en el primer semestre del 2024 solucionaba el problema del agua, hoy por hoy, (un año después), no es más que una apología al vallenato del finado cantante Rafael Orozco ‘Solo Promesas’.
En su reciente informe de gestión 2024, Pinedo aseguró haber invertido 908 mil millones de pesos durante su primer año de mandato, cifras que, más allá de su grandilocuencia, no se ven reflejadas en mejoras tangibles ni en transformaciones estructurales para la ciudad. La inversión pública no se mide por su monto, sino por su impacto, y en Santa Marta ese impacto es, por decir lo menos, decepcionante.
Una ciudad en crisis: calles en ruinas, inseguridad e insalubridad
Los habitantes de Santa Marta no necesitan un balance contable, necesitan agua potable, vías transitables, seguridad en sus barrios y condiciones de vida dignas. Sin embargo, lo que encuentran al salir de sus casas es una ciudad colapsada: calles principales repletas de huecos, rebosamiento constante de aguas residuales incluso en zonas como el centro histórico —una vitrina turística de la ciudad—, y una red de acueducto que sigue sin garantizar suministro estable para cientos de comunidades.
¿Dónde están esas grandes obras de las que habla Pinedo?
¿Dónde están los proyectos estratégicos que prometió durante su campaña?
Mientras el alcalde defiende su gestión con discursos altisonantes, la realidad muestra una Santa Marta cada vez más deteriorada y una ciudadanía más frustrada.
Un discurso arrogante frente a una comunidad dolida
Durante un evento reciente, Pinedo lanzó un mensaje desafiante: “Para los que tenían dudas, aquí les estoy resolviendo las dudas”.
¿A qué dudas se refiere?
¿Cree que con discursos ensayados y cifras sin contexto va a convencer a una ciudadanía que camina diariamente entre el abandono y el olvido?
La arrogancia no sustituye la gestión, y el pueblo samario no se convence con palabras, sino con resultados. Las verdaderas dudas siguen en el aire:
¿Dónde están los planes para mitigar la inseguridad que crece sin control?
¿Cuál es la solución concreta al colapso del sistema de alcantarillado?
¿Cuáles son los avances reales en movilidad, salud y educación?
Una desconexión alarmante con la realidad
Pinedo parece gobernar una ciudad imaginaria que solo existe en sus presentaciones en PowerPoint. Quienes viven en la verdadera Santa Marta lo hacen entre basuras, inseguridad y servicios públicos deficientes.
Muchos se preguntan si el alcalde ha caminado recientemente por barrios como Pescaíto, María Eugenia, Gaira o Bastidas, donde las necesidades básicas siguen siendo una deuda histórica sin resolver.
El pueblo exige respuestas, no propaganda
Es hora de que el alcalde deje de gobernar desde el escenario y empiece a hacerlo desde el territorio. Que abandone la retórica de los “logros históricos” y empiece a rendir cuentas sobre los verdaderos problemas de la ciudad. Porque mientras él se proclama como el mejor alcalde de la historia, Santa Marta se hunde entre la decepción, el deterioro urbano y la falta de liderazgo real.
Señor Carlos Pinedo Cuello, la ciudad no necesita más discursos triunfalistas fantasmones mandados a recoger. Necesita gestión efectiva, compromiso genuino y resultados verificables. El pueblo samario está cansado de promesas recicladas y cifras maquilladas.
La historia no la escriben los que más hablan de obras, sino los que transforman verdaderamente la vida de la gente.