Juan Carlos Ospino Una vida al servicio de la cultura y el liderazgo de Barranquilla

 

*Desde su vocación comunitaria y hoy, como actual secretario de Cultura y Patrimonio, impulsa un modelo de ciudad donde el arte, la educación y la identidad barranquillera son protagonistas.

Redacción Sociales
LA LIBERTAD

A la transformación cultural de Barranquilla cada vez se suman más voces. Una de ellas es la del actual secretario distrital de Cultura y Patrimonio, Juan Carlos Ospina Acuña, nacido en el municipio de Mompox, Bolívar, y quien se ha dedicado al servicio comunitario, la educación y la construcción de una ciudad más humana y consciente.

Con una trayectoria marcada por el servicio, Ospino ha sido mucho más que un funcionario público, destacándose como un abogado, filántropo y defensor de las causas colectivas, cuya historia personal y profesional ha estado estrechamente ligada a las luchas y sueños del pueblo barranquillero, especialmente de las comunidades del suroccidente.
Desde muy joven, fue testigo y protagonista del poder transformador de lo colectivo; hijo de padres líderes comunales, él, cofundador de una escuela comunitaria en Mompox, y ella, lideresa de acción comunal y fundadora de barrios, heredó un espíritu de servicio que lo ha acompañado toda su vida.

Su interés por las comunidades se fortaleció al llegar a Barranquilla, donde desde niño participó en manifestaciones sociales como las protestas por el agua y el alcantarillado en el suroccidente de la ciudad, además hizo parte de la fundación de la Escuela Mundo Bolivariano en Las Malvinas, hoy pública, y la biblioteca 27 de Abril, impulsando espacios alternativos de educación y cultura en sectores históricamente excluidos.
Gracias al programa Plan Padrino de Plan Internacional, Ospino se formó como docente en la Escuela Normal Superior La Hacienda y luego ejerció como maestro y rector, consolidando su visión de una educación popular con propósito. Su paso por el sistema educativo fue también el puente que lo conectó con la gestión pública, cuando el entonces alcalde Guillermo Hoenigsberg lo invitó a liderar la primera gran estrategia de cobertura educativa en la ciudad, beneficiando a más de 50.000 niños y jóvenes y proyectando los primeros megacolegios.

Su vocación pública lo llevó al Concejo de Barranquilla, donde fue elegido concejal durante cuatro periodos consecutivos y presidente en tres ocasiones. Desde esa tribuna, su enfoque se centró en los temas sociales, incluida la salud, educación, vivienda y desarrollo urbano. Fue ponente de varios planes de desarrollo y autor de iniciativas clave como la Estampilla Pro- Hospital, que permitió la construcción de hospitales y puestos de salud, el programa Barrios a la Obra, la titulación de predios y el plan de educación con calidad.

El inicio de su gestión cultural

Su liderazgo también se extendió a lo cultural. En medio de una protesta por la privatización del Carnaval, asumió la gerencia del Carnaval del Surocciente, convirtiéndose en el segundo gerente después de Maribel Padilla. Desde allí, defendió el derecho del pueblo a vivir la fiesta sin barreras económicas, reafirmando el carnaval como una expresión del alma barranquillera. Fue ese momento el que marcó el inicio de su reconocida gestión cultural.
Designado por el alcalde Alejandro Char como secretario distrital de Cultura y Patrimonio, Juan Carlos Ospino asumió el cargo con la firme convicción de que el arte, la identidad y la memoria colectiva son pilares fundamentales del desarrollo. “El combustible para una Barranquilla a otro nivel es el sector cultural”, afirma con contundencia.

Durante su gestión, ha liderado un proceso de reconstrucción y dinamización del ecosistema cultural de la ciudad; bajo su dirección, las Escuelas Distritales de Arte pasaron de atender 600 a más de 1.800 estudiantes, sumando 600 más en programas satélite. Las modalidades van desde teatro, música y danza, hasta cocina tradicional, guianza turística y pesca artesanal, integrando el arte con la economía popular.
Además, se han puesto en marcha 142 puntos satélites de formación cultural, accesibles para toda la ciudadanía, sin importar la localidad. “Si alguien quiere aprender a tocar un tambor o una guitarra, aunque no quiera ser artista profesional, también tiene ese espacio”, señala con orgullo.
La red de bibliotecas públicas del Distrito también ha sido revitalizada, y es que espacios como la Biblioteca de Las Malvinas, Las Gardenias, Villa de San Pablo y la de los Hermanos de la Caridad hoy conforman una red viva y activa, que articula lectura, tecnología, ciudadanía y cultura.

Carnaval, patrimonio y sostenibilidad

Uno de los grandes logros en la administración ha sido fortalecer la sostenibilidad del Carnaval de Barranquilla y sus expresiones afines. Con inversiones que superan los 20 mil millones de pesos en los últimos dos años, ha impulsado un portafolio que no busca pagar por la cultura, sino reconocerla y sostenerla en el tiempo.
“El día que haya que pagar por hacer Carnaval, se pierde su magia y su antropología”, sostiene el funcionario, convencido de que el valor simbólico de las manifestaciones culturales trasciende cualquier rentabilidad económica.

Igualmente, ha gestionado la recuperación del Museo de Arte Moderno-Mamb, que estuvo cerrado durante años y que pronto abrirá sus puertas como una joya patrimonial. El siguiente reto será el Museo del Caribe, pieza clave en la memoria regional.
“Siento la satisfacción de ser un referente en la construcción de una nueva ciudad como se ha venido haciendo, pero además de ello, de contribuir como lo hace mucha otra gente, porque no hay que desconocer a nadie en que Barranquilla tenga hoy un futuro más cierto y que la ciudad sea mirada con ojos de benevolencia y de mayor respeto, no solo en Colombia, sino en el mundo”.

Tras su designación, confiesa que su mayor reto fue ganarse la confianza de la ciudadanía, teniendo en cuenta que se venía de un cuatrienio donde hubo pandemia, en el que también se realizó de manera digital la fiesta del Carnaval y que por limitaciones económicas, muchos programas estaban paralizados.
“Yo no he inventado nada, todo lo hemos reconstruido y a través del reflejo del plan de desarrollo de Barranquilla a otro nivel que plasma gran parte del mandato del programa de gobierno que inscribió nuestro alcalde Alejandro Char, lo que ha hecho es meterle el motor, la gasolina que necesitábamos”, detalló el secretario de Cultura.

Un defensor de la cultura como bien común

Juan Carlos Ospino es un firme defensor de que la cultura debe verse no solo como empresa, sino también como una herramienta de cohesión, convivencia y desarrollo social. “Hay utilidades que rentan en lo social, y eso también debe ser incorporado al modo de vida”, afirma. Bajo su mandato, se han proyectado políticas inclusivas, humanas y con énfasis territorial.
Con el respaldo de un equipo comprometido, artistas locales y una administración que ve la inversión en cultura como una apuesta por lo intangible del ser, se impulsan eventos como la Feria Internacional del Libro, el Festival de Música y la agenda concertada de ciudad, que visibiliza a colectivos, gestores y nuevas propuestas.
“El ecosistema cultural de Barranquilla está en un buen momento vibratorio, estamos tratando de acoger las iniciativas ciudadanas que a través de la agenda concertada de ciudad se hacen todos los años. Aspiramos este fin de mes a abrir la agenda concertada de este 2025, que son los distintos eventos que se apoyan en la ciudad”, agregó.

Proyectos pendientes

Entre los sueños por realizar, Ospino tiene en mente varios proyectos que considera fundamentales. Entre esos, fortalecer el Museo Romántico, activar el centro cultural de Villa San Pablo, y consolidar la oferta cultural del barrio Las Flores, donde existe la única modalidad de pesca con cometa en el mundo, como modelo de economía popular y patrimonio vivo.
Además, insiste en que Barranquilla debe trascender la visión limitada del carnaval. “Barranquilla también es Obregón, es literatura, teatro, danza, artes plásticas. Tenemos una riqueza cultural mucho más allá de la fiesta, y debemos abrazarla con orgullo.”

A nivel personal, Juan Carlos Ospino no solo sueña con seguir sirviendo a su ciudad; anhela una Colombia más justa, una sociedad donde se respete al diferente, donde empresarios, obreros, policías, jueces y ciudadanos comunes puedan reconocerse como iguales en derechos y en dignidad.
“Tenemos que vivir cohesionados como hermanos. Solo así seremos libres de verdad”, puntualizó.
Finalmente, invitó a los jóvenes y ciudadanos a ser más que espectadores o beneficiarios, sino protagonistas de este gran renacimiento cultural que vive la capital del Atlántico, a través de sus múltiples ofertas culturales abiertas para todos.