Tras pasar 14 años viviendo en las calles del Centro Histórico de Santa Marta, un hombre identificado como Juan* logró reencontrarse con su familia gracias a un proceso voluntario de rehabilitación que marcó un antes y un después en su vida.
Durante más de una década, Juan sobrevivió en condiciones de extrema vulnerabilidad. Su hogar fueron las aceras calientes del centro de la ciudad, su techo el cielo abierto, y su sustento lo que la calle le ofrecía día a día. Recolectaba chatarra, pedía monedas y cargaba una bolsa al hombro, mientras su mirada hablaba de silencios profundos que pocos se atrevían a descifrar.
“Era un rostro conocido en el centro, muchos lo veían a diario, pero casi nadie sabía su historia ni el dolor que llevaba dentro”, comenta un comerciante del sector.
A principios de este año, cuando parecía que la esperanza se había agotado, Juan tomó una decisión que transformó su destino: ingresó por voluntad propia a un centro de rehabilitación en la ciudad. Durante cuatro meses, enfrentó su pasado, luchó contra sus demonios internos y comenzó a reconstruirse.
Hoy, con pasos más firmes y el corazón más sereno, regresó al seno de su hogar, donde su familia lo recibió con emoción y fe renovada. “Es un milagro verlo de nuevo con nosotros, y sobre todo, con ganas de salir adelante”, expresó uno de sus hermanos.
El caso de Juan es uno de los muchos que demuestran que, con apoyo adecuado y decisiones valientes, es posible dejar atrás la calle y volver a empezar.