Soledad al borde: ciudadanos exigen prohibir el uso de pasamontañas ante escalada del crimen

Imagen de referencia // Foto: tomada de la web.

La comunidad pide un decreto urgente que impida el uso de pasamontañas en espacios públicos, al considerarlos camuflaje ideal para delincuentes en medio de una ola de asesinatos en el Atlántico.

Por: Redacción.
DIARIO LA LIBERTAD. 

El municipio de Soledad, en el departamento del Atlántico, se enfrenta a una crisis de seguridad que ha encendido las alarmas entre sus habitantes. En medio de una creciente ola de violencia urbana, marcada por asesinatos, extorsiones y acciones sicariales, se alza una solicitud concreta desde la sociedad civil: la prohibición del uso de pasamontañas en espacios públicos.

La preocupación no es nueva. Según ciudadanos y expertos en seguridad, estos accesorios se han convertido en herramientas fundamentales para que delincuentes operen con total impunidad. El uso de pasamontañas —también conocidos como balaclavas— permite a los antisociales evadir la identificación facial, burlar retenes policiales, infiltrarse como guardas de seguridad, mototaxistas, trabajadores de la construcción o incluso conductores de buses urbanos, sin levantar sospechas.

“Cada vez que las autoridades capturan a un delincuente, resaltan principalmente el tiempo que llevan de estarlo buscando. Pero esos delincuentes se mueven como Pedro por su casa, ocultos tras un pasamontañas”, expresa un habitante indignado de Soledad, quien hace meses dirigió un llamado directo a la alcaldesa del municipio, pidiéndole que emita un decreto que prohíba esta prenda en el territorio.

Según el denunciante, en reiteradas ocasiones ha solicitado formalmente a la mandataria local que se convoque un Consejo de Gobierno para debatir y emitir un acto administrativo que restrinja el uso de los pasamontañas en el espacio público, especialmente por parte de actores clave del día a día urbano. “En los colegios, en los buses, en los bancos, en las obras: donde menos lo esperamos, ahí se camuflan los criminales. Es hora de quitárselo”, añade.

Lo que para algunos puede parecer una simple pieza de vestimenta se ha convertido, en la práctica, en una herramienta de camuflaje del crimen organizado. En nombre del derecho a la seguridad y la vida, los habitantes de Soledad reclaman que su administración municipal deje de lado la pasividad y asuma el liderazgo que la situación demanda.

El drama detrás de los números: la violencia desbordada en Atlántico

Las cifras más recientes revelan el verdadero tamaño del problema. El primer semestre de 2025 cerró con 451 asesinatos en Barranquilla y el Atlántico, según datos del Sistema de Alertas Tempranas. De estos, 396 casos ocurrieron en el Área Metropolitana de la capital del departamento, y 18 solo en Soledad durante el mes de junio.

Lo más alarmante es que 54 homicidios fueron ejecutados mediante modalidades sicariales, lo que indica una profesionalización del crimen que aprovecha al máximo cualquier herramienta para el anonimato y la movilidad, como el uso de pasamontañas.

Entre los hechos más graves del mes se cuentan el doble homicidio de una pareja de ancianos en el norte de Barranquilla y una masacre en el municipio de Puerto Colombia, ambos con alto impacto mediático y social.

Del total de 79 homicidios ocurridos en junio, 46 se registraron en Barranquilla, 18 en Soledad, 2 en Malambo, 2 en Puerto Colombia y 3 en Galapa, mientras que los restantes 7 se presentaron en municipios como Juan de Acosta, Campo de la Cruz, Baranoa, Candelaria, Palmar de Varela y Sabanagrande.

“Desafortunadamente, son cifras inocultables que nos confrontan desde la sociedad civil en buscar una salida a la defensa de la vida, en lo que persistiremos”, afirmó Arturo García Medrano, experto en seguridad y miembro del sistema de alertas.

García también alertó sobre un preocupante recrudecimiento del accionar extorsivo, con agresiones a comerciantes y aparición de nuevas estructuras criminales en municipios como Soledad y Malambo. Estas estructuras, según el experto, han sido subestimadas por las entidades investigativas, y se suman a las bandas conocidas como Costeños, Pepes y Rastrojos, ampliando la disputa por territorios y rentas ilegales.

¿Medida simbólica o necesidad urgente?

Frente a este panorama, resulta inconcebible para muchos ciudadanos que aún no exista un marco normativo local que limite el uso de estas prendas, como ya ocurre en otras jurisdicciones del país. “Pedírselo al gobernador no creo que esté en capacidad de afrontarlo para todo el Atlántico, pero al menos la Alcaldía de Soledad debe actuar. Vale la pena comenzar”, insistió el ciudadano que ha promovido la propuesta.

Prohibir los pasamontañas puede parecer una medida menor, pero su impacto podría ser simbólicamente poderoso: enviar el mensaje de que Soledad no es territorio libre para el crimen ni para su camuflaje.

Es tiempo de que las autoridades comprendan que la inseguridad no se combate únicamente con patrullajes o capturas tardías. También se enfrenta con decisiones políticas audaces que impidan el libre tránsito de los delincuentes entre la ciudadanía. Y eso, sin duda, comienza con el rostro descubierto.

Y.A.