Los aspirantes presidenciales

Por Orlando Andrade Gallardo

Semanalmente aparecen nuevos aspirantes a ocupar la Casa de Nariño, con el propósito de ser el presidente número 62 de la larga lista de candidatos que se aproximan al medio centenar, demostrándose una vez más, la gran polarización política que atraviesa el país.

En la lista hay para todos los gustos, financieros y economistas, ingenieros y empresarios, exmilitares y exfiscales, civiles, algunos sin oficio definidos y no podía faltar el político profesional, la mayoría exfuncionarios públicos de gobiernos  anteriores. Muchos de ellos se atornillan y  pasan de administración a otra, cambiando de grupo político para no quedar por fuera de la torta burocrática y perderse de los disfrutes del poder. En Colombia hay familias enteras que viven del erario público, sus miembros  ocupan cargos en las distintas instituciones  sin importarles el progreso del país, sus pretensiones son gozar de una vida cómoda y sin esforzarse a trabajar, pertenecen a la elite y familias con poder político y económico del país. Estos son los perfiles de la mayoría de candidatos que aspiran a conquistar el trono para que retorne el desorden anárquico y derogar las normas que benefician al pueblo  alcanzadas por Petro; como la reforma laboral, pensional y las próximas  novedades,  si Cepeda lo permite, que ya es popular por cuenta del presidente. Reseñar los perfiles de los candidatos es cansón y sin sentido por  la pobreza de su vida profesional y actividades desarrolladas  en los cargos que ocuparon que no trascendieron ni como funcionario ni como ciudadano. Hay algunos con algo de opción como Mauricio Cárdenas por haber ocupado el cargo de ministro de Hacienda, pero está lejos de lograrlo por lo poco o nada que ha aportado al país, en su hoja de vida aparece como artífice principal en la venta de Isagen, sin acudir a otras alternativas y no desprenderse de ese activo tan importante para la nación. En política el pasado no perdona.

Los colombianos  no  concebimos al Estado como un establecimiento de comercio  o una empresa mercantilista, su esencia es la asistencia social y la defensa de la democracia para proteger las comunidades  de todo lo que afecte su buen vivir, especialmente los ciudadanos en riesgo. El problema es que la mayoría de mandatarios y sus súbditos ignoran las categorías  “social de derecho” como su principal objetivo y nos referimos cuando los gobiernos enajenan los activos que prestan un servicio público, como el caso de las generadoras de energía, agua, telefonía  y demás.  La venta de Isagen en el segundo periodo del gobierno Santos, con la determinación y apoyo de su ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas, aspirante a ocupar la Casa de Nariño, es un ejemplo de docenas de casos. El candidato descendiente del clan cafetero, el sector que emplea más de 500 mil familias, pero únicamente el 2% de sus trabajadores goza de la pensión,  representa una injusticia y demostración de la avaricia patronal. Cárdenas, no mira la paja en su ojo, y todas las acciones del gobierno lo critica con vehemencia sin proponer solución, como sucedió en su época de ministro que imploró a la presidenta del Consejo de Estado por medio de una acción  de súplica levantara la suspensión para vender a Isagen por cinco billones de pesos, para gastarlos en la construcción de vías G4. En el proyecto no se consideró un plan B como lo mencionó el personaje, sin embargo habían otras opciones de conseguir esos recursos, pero lo más fácil para el ministro era vender ese patrimonio tan importante que generaba utilidades del 2%, es decir que podría sostenerse y en vías superaba el 13%, porcentaje desfasado y amañado. Las consecuencias están a la vista y los colombianos las padecemos con los altos costos de energía y las millonarias sumas de dinero que paga el gobierno en subsidios. ¿Será que un personaje como Cárdenas tiene condiciones de ser presidente, con estos antecedentes?, otro candidato y exministro de Hacienda propuso vender una parte de Ecopetrol. Petro no ha echado mano a ningún  activo y prefirió no cumplir con la cacareada regla fiscal y echarse toda la camada de la oposición y el país encima, con crueles comentarios que no cesan.

La teoría de cambiar un activo de la nación y sostenible, que presta un servicio social tan importante como  energía, agua, telefonía por otros que rinda mucho más, no aplica en estos casos, porque los beneficios que reciben los ciudadanos por estos servicios se miden en la calidad de vida y su bienestar, no en dinero. No contar con estas premisas son los errores garrafales de los administradores e instituciones que únicamente sirven para contar dinero y no gobernar para lograr el bienestar social, la venta de Isagen, jamás  debió suceder, al igual que otros patrimonios, que hoy se requieren. La pregunta, ¿dónde están esos dineros?  De los 50 candidatos la gran mayoría tiene pendientes con la opinión pública y dos o tres son los aventajados, pero tienen que demostrar sus cualidades como hombres de Estado.