Según el Dane, aunque el país registra una mejora en la tasa de ocupación, persisten brechas de género y edad en el acceso al empleo formal. Quibdó y Arauca lideran en desocupación, mientras Leticia y Rionegro presentan los mejores indicadores.
El desempleo en Colombia continúa en descenso y se ubicó en un 9% para el mes de mayo de 2025, según informó este jueves el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane). La cifra representa una mejora frente al 10,3% registrado en marzo, y revela una tendencia positiva en el mercado laboral, aunque con claros desafíos pendientes.
En total, 2,3 millones de personas se encuentran desempleadas de los 40,6 millones en edad de trabajar. No obstante, el informe del Dane evidencia que las mujeres siguen enfrentando mayores barreras de acceso al empleo formal, con una tasa de desocupación del 11,6%, mientras que la de los hombres es de 7,1%.

Las actividades que más contribuyeron a la reducción del desempleo fueron transporte y almacenamiento con 185.000 nuevos empleos, seguidas por actividades científicas, técnicas y de servicios administrativos (137.000), comercio y reparación de vehículos (125.000), alojamiento y servicios de comida (86.000), y agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca (66.000).
En contraste, algunos sectores presentaron una caída en el número de ocupados, como industrias manufactureras, que perdieron 122.000 empleos, y el sector de la construcción, con 42.000 menos.
Por rango etario, las personas entre 25 y 54 años son las que más dificultades tienen para acceder al empleo formal, con un total de 1,4 millones en situación de desempleo.
En cuanto al comportamiento por ciudades, el Dane reveló que las zonas con mayor tasa de desempleo entre junio de 2024 y mayo de 2025 fueron Quibdó (29,9%), Arauca (27%), Buenaventura (25,1%), Barrancabermeja (24,6%) y Mocoa (22,8%). Por el contrario, Leticia (4,6%), Rionegro (5,9%), Mitú (6,5%), Inírida (6,7%) y Bucaramanga (8,1%) registraron las tasas más bajas.

Aunque la tendencia es alentadora, los datos dejan en evidencia desigualdades estructurales en el acceso al trabajo, especialmente en regiones históricamente rezagadas y entre poblaciones vulnerables. Las cifras también marcan un reto para las políticas públicas orientadas a cerrar las brechas de género, edad y territorialidad en el empleo.
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