Por: Reynaldo Mora Mora
Nuestro análisis desde estas reflexiones sirva para el sistema educativo actual, aún huérfano de una educación propia y de currículos propios, sistema que está siendo arrasado por el discurso de las competencias de utilidad y por la estandarización. Este pensar lo propio en los procesos de formación, no es una cuestión arcaica, ello nos concierne como educadores críticos, por lo que representa, por las ideas que provoca y libera los más profundos centros de motivación en docentes y estudiantes, conmoviendo a toda una Comunidad Educativa, porque desde lo propio podemos convivir con los otros y abrazar los aspectos más universales de la humanidad, como es aspirar a educarse: todo lo que suena a pensar lo propio abraza emociones y sentimientos. Pensar en currículos propios es un acicate de la transformación educativa y adalid de la cultura y sus actores en los procesos de formación. Este tipo de currículo es el protagonista y acompañante de una Institución Educativa, que tiene que leer y hablar de las Problemáticas Sociales, PS. Este pensar lo propio es una provocación, porque nos da la necesidad formativa de resucitar los que nos es nuestro, lo que significa que es una causa noble, que nos hace tener conciencia, nos plantea retos como posibilidades.
Esto debe ser el enfoque curricular. Esta debe ser nuestra obsesión formativa como educadores críticos. La Escuela actual comparte el espíritu mercantilista de la empresa neoliberal, haciendo de los saberes una especie de sirvienta de la empresa, dirigida a realizar el discurso de las competencias y su impacto en la enseñanza y el aprendizaje, para “formar”, más bien léase “preparar” la mano de obra barata técnica que necesita la empresa. Este es el modelo que como educadores debemos criticar, porque representa signos de debilitamiento de los procesos de formar buenos ciudadanos democráticos. La fuerza determinante de las competencias presentes en la Escuela-empresa son los que determinan la rentabilidad de las empresas, de ahí su enorme importancia a efectos de formular estrategias para la enseñanza con base en competencias. Esta visión instrumental es la que está presente en el currículo oficial, donde al maestro le corresponde conocer las características de este discurso (el saber hacer), para conseguir desde el enseñar que este discurso se posicione de la mejor forma posible en el alma del estudiante-futuro trabajador técnico de las empresas, olvidando la Escuela la imperiosa formación de buenos ciudadanos.
El modelo neoliberal de la Escuela-empresa-competencias-estandarización presiona a esta institución para que se entregue a formar para el mercado y el consumo (por ejemplo, la moda), negocie contenidos de enseñanza, reproduzca los estilos de vida que demanda la sociedad mercantilista y se logre el cambio a partir de la “calidad de la educación” estandarizada e instrumental, con un carácter fuertemente homogénea. El objetivo de estandarizar la formación constituye el desiderátum del currículo oficial que inspira al currículo tecnocrático e instrumentalista que busca la eficiencia de la calidad de la educación. No podemos hacer defensa del procedimentalismo del currículo oficial, porque no podemos construir un currículo a priori, ya que, interesa de los miembros de una Comunidad Educativa emerjan situaciones históricas concretas. Pero sí podemos asumir lo que tal consenso significa: formar integralmente buenos ciudadanos, con sus intereses comunes, que deben ser reconocidos y valorados desde el enseñar, y, de este modo, ser capaces de aceptar argumentos en este proceso de construcción, donde todos se comprometen a un diálogo abierto y sin coerciones en el proceso de formar integralmente.
El Currículo Contextualizado y Pertinente, CCP, como perspectiva de trabajo pretende ser relevante, en el sentido de tener aceptación entre la Comunidad Educativa, tratando de responder de manera más o menos coherente la siguiente pregunta: ¿cómo se asume la realidad social desde el enseñar? Esto corresponde a una fundamentación que dé impacto y afiance la relación del currículo con la sociedad. Se trata, de una significativa e iluminadora reorientación a los procesos de Formación Integral Contextualizada y Pertinente, FICP. En el teatro de la formación, nos preguntamos, ¿qué escenarios formativos-curriculares ilustran el actual reto de la formación de buenos ciudadanos democráticos? En este proceso las áreas curriculares son muros fronterizos que buscan separar el sentido de la comprensión humana a partir de la fragmentación del enseñar, sin el sentido por la Formación Integral. Necesitamos dar ciudadanía curricular a los fundamentos de la enseñanza-aprendizaje destacando el contexto con sus necesidades.
Hoy hay que pensar en la importancia del contexto con sus necesidades, así como en la necesidad de reflexionar sobre la mejor manera de echar a andar un proceso curricular-formativo que permita que la vida escolar sea plausible y más humana. El CCP, es en gran parte respuesta del alto grado de penetración de la influencia ascendente del contexto con sus necesidades en la identidad misional de las instituciones educativas. Con nuestra mirada crítica debemos encender los propios reflectores del currículo (los saberes) sobre los hilos de alta tensión de instituciones como la familia, la sociedad y el propio Estado a fin de desarrollar y fortalecer la formación de buenos ciudadanos democráticos. El CCP, se convierte en una potente herramienta extraordinaria al servicio de las Problemáticas Sociales para proponer difusión de respuestas e ideas por parte de la Escuela con su Comunidad Educativa a través de sus saberes enseñables. El CCP hace posible la aprehensión de esas necesidades, obligando a esta institución a una intervención inmediata frente al contexto.
Nuestro punto de partida es la integración de los contextos barriales, locales con lo regional, como la consideración lógica de la articulación del contexto con la Escuela, donde el contexto lo es todo con sus PS, porque con ellas la sociedad funciona como una totalidad. Esta totalidad, es al que asume el currículo desde los saberes enseñables. Nuestra tesis en la perspectiva del Currículo Contextualizado y Pertinente es que las interrelaciones entre currículo y contexto en el ámbito de la Formación Integral, supone las bases para un proyecto de identidades con características democráticas. El currículo es motor suficiente para este empoderamiento y conservación de la misión de una Institución Educativa con rostro humano que se encuadra en el instinto de mostrar que el interés es suficiente para acordar y comprometerse con los actores y sujetos frente a las PS para triunfar e impactar en el contexto.
El currículo es esa matriz institucional que produce entrelazamientos, que se debe al contexto para hacer realidad el marco misional de la Institución Educativa con la consiguiente interacción de redes con las Problemáticas Sociales. Lo que asegura la vitalidad de un currículo es que en su seno haya discusión respecto a las tensiones sociales (ahora no la hay, pues las instituciones educativas están encartadas con preparar para las pruebas estandarizadas: ¡he ahí la realidad!), sobre los cursos de acción y sobre lo que debe emprenderse colectivamente a fin de hacer frente a los retos del presente y futuro de la sociedad colombiana. Nuestra pregunta fuerte, ¿acaso, esto se da en la Escuela? En este proceso el trabajo de un curriculista comienza con el desciframiento analítico profundizando en las Problemáticas Sociales, siendo cada una de ellas examinada en sí misma y en relación con las otras que pueden ayudar a extraer sus posibles significados y respuestas. Por ello, hay que tener un profundo olfato para comprender los motores profundos de la Formación Integral, porque el sistema de la Escuela-empresa está erosionando los valores básicos de la formación de buenos ciudadanos democráticos. Entonces, el código del contexto nos suministra una nueva y sorprendente herramienta, unos anteojos nuevos con los que nos examinamos a nosotros mismos y a nuestros comportamientos como docentes.