Jorge Luis Hernández Villazón, conocido en los bajos fondos como alias “Boliche”, fue capturado recientemente y permanece recluido en una celda de máxima seguridad en una prisión federal en el centro de Miami, famosa por sus estrictas condiciones y celdas subterráneas. Enfrenta un juicio que podría llevarlo a cumplir una condena de hasta 20 años por extorsión, fraude y asociación con redes de narcotráfico internacional.
El engaño que lo llevó a prisión
La actual investigación en su contra comenzó cuando seis narcotraficantes dominicanos lo denunciaron por haberles cobrado elevadas sumas de dinero a cambio de supuestas gestiones para su entrega a la justicia estadounidense con beneficios legales, incluidos arrestos domiciliarios. El colombiano nunca cumplió, y tras ser capturados, los dominicanos lo acusaron formalmente.
El FBI llevaba más de cinco años tras sus pasos, con escuchas telefónicas, seguimientos, imágenes, y documentación que hoy hacen parte del expediente judicial. En su residencia fueron hallados manuscritos con cifras, nombres y detalles financieros que comprometen directamente su participación en múltiples actos de extorsión.
Extorsiones y red de informantes en Colombia
Entre las víctimas de sus operaciones fraudulentas se encuentra la viuda de alias “Toyo Curiche”, antiguo jefe de la banda Los Curicheros de Maicao. Tras su muerte en Barranquilla, “Boliche” y su red lograron apropiarse de un apartamento en Santa Marta, ubicado en el exclusivo edificio Sierra Laguna, valorado en un millón de dólares, mediante una falsa negociación para la entrega del difunto capo.
Además, su celular contenía contactos de una red de informantes repartida por distintas ciudades de la costa Caribe colombiana: Riohacha, Barrancas, Valledupar, Santa Marta y Barranquilla. Algunos de estos colaboradores llegaron incluso a viajar a Miami con dispositivos encriptados que contenían información sobre rutas de narcotráfico y operaciones clandestinas.
Un juicio con testigos clave
Los seis narcotraficantes dominicanos serán testigos principales en el juicio contra “Boliche”, cuya imagen pasó de supuesto colaborador del gobierno estadounidense a estafador profesional. La Fiscalía sostiene que el acusado utilizó su condición de informante para ganar confianza y luego sacar provecho económico a través de engaños y presiones.
Su caso se perfila como un ejemplo emblemático de cómo algunos delincuentes intentan manipular los sistemas judiciales a través del uso fraudulento de información sensible, al tiempo que comprometen a terceros bajo el disfraz de cooperación con las autoridades.
¿Quién es “Boliche”?

Jorge Luis Hernández Villazón es una figura conocida en los círculos del crimen organizado en Colombia. Su historial delictivo comenzó en los años 90 en Maracaibo, Venezuela, donde se dedicaba a comercializar vehículos robados con documentos falsos. Posteriormente, su nombre empezó a resonar como cobrador de deudas de redes criminales y, más adelante, como colaborador de grupos paramilitares en la región Caribe. Entre 1998 y 2000 vivió su época dorada como enlace del narcotráfico con presencia activa en Santa Fe de Ralito, donde se codeaba con jefes como Jorge 40.
Aunque su ascenso fue rápido, también lo fue su caída. Fracasó en varios envíos de cocaína, malgastó dinero ajeno y perdió la confianza de sus aliados. Según fuentes cercanas a las autodefensas, incluso estuvo a punto de ser ejecutado por órdenes de Salvatore Mancuso, pero logró escapar gracias a una filtración desde el círculo de Jorge 40. Irónicamente, más tarde se convertiría en informante y delator de esos mismos aliados, incluyendo al empresario colombiano Alex Saab, vinculado al régimen de Nicolás Maduro.