Santa Marta bajo la sombra del mal gobierno: la crisis con Pinedo no es casualidad

Por Juana de Arco

La administración del alcalde Carlos Pinedo vive en una crisis de autoridad, administración y empatía que ya no puede disfrazarse. Lo que acontece en Santa Marta no es un simple desencuentro con la gobernación del Magdalena: es la evidencia de un modelo político fundado en la parálisis, el rencor y el olvido de la ciudadanía.

Obras saboteadas, promesas incumplidas

Las obras impulsadas por la Gobernación —más de 400 tramos viales pavimentados desde 2012— han sido sistemáticamente estorbadas por una Alcaldía ausente y avergonzada.

El episodio del montaje del evento en Mamatoco, donde un secretario acompañado de policías y agentes de tránsito inmovilizó los equipos logísticos, no fue un error: fue un acto de sabotaje político premeditado, diseñado para bloquear el progreso de la ciudad, segado por una especie de envidia que provoca la mediocridad de la incapacidad de generar y no pretender ganar aplausos desmotivados.

Indiferencia ante la crisis ambiental

Mientras la ciudad se hunde cada día más en basura, aguas negras y caos ambiental, Pinedo se protege en el silencio oficial, con una Procuraduría y Policía en modo «Shakira» para pronunciarse frente a su gestión fallida. Pero la gente ve las calles sucias, con aguas de alcantarilla rebosadas, mal olor complementado con el abandono; y lo peor, ven a su alcalde esquivar responsabilidades.

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Recuerde Pinedo que un verdadero gobernante no necesita fingir autoridad con blindajes institucionales; necesita acción real entre la gente, lo que usted nunca ha tenido ni podrá alardear.

Ojo señor alcalde, el caso de la nadadora María Preciado y su trágica experiencia en Bello Horizonte, Santa Marta, merece toda la atención del caso y seriedad que le tocará asumir para revisar lo ocurrido y tomar acciones reales frente a la contaminación y desembocadura de las aguas residuales o de «popó» a la Bahía.

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Medios y manipulación: ataque sistemático a la libertad de prensa

La respuesta de la administración ante las críticas ciudadanas y periodísticas ha sido lo peor del autoritarismo que lo envuelven de pies a cabeza.

Pinedo ha marginado a  algunos medios incómodos, pero siempre está dispuesto a pagar a medios afines y dejar sin sustento a quienes se atreven a mostrar la realidad. Ese argumento legal de “prescripción” para no pagar a quienes lo cuestionan demuestra que para Pinedo, los compromisos sólo existen si son con él, no con la ciudadanía ni la libertad de expresión.

Envidia y rencor como gobernanza

Si a Pinedo “le fastidian” las obras de la gobernación del Magdalena, es porque carece de capacidad, no de voluntad (qué más se puede esperar de un ser así).

La gestión distrital de Carlos Pinedo, al parecer y tal como lo ha demostrado, se basa en bloquear el progreso, no en construir soluciones. Su lucha ahora pareciera más una revanchita personal que una administración responsable ante los samarios.

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Santa Marta no merece más excusas

No hay mandato electoral que justifique bloquear obras, ignorar la emergencia ambiental, condicionar pagos a los medios y paralizar con recursos a quienes sí hacen.

La ciudad exige resultados, no resentimientos. Es hora de que el alcalde Pinedo deje de obstruir y empiece a gobernar.