Alcalde, ¿a quien quiere engañar?
La historia de María Preciado, la nadadora que perdió parte de su cuerpo tras bañarse en el mar de Bello Horizonte, le ha dado la vuelta al mundo, mientras la Alcaldía niega los hechos y pone en duda el testimonio de la víctima.
Lo que comenzó como una denuncia personal, terminó convirtiéndose en una radiografía crítica del estado de las playas en Santa Marta y del manejo que la administración distrital, en cabeza de Carlos Pinedo le da a los problemas ambientales de la capital del Magdalena, siendo evasivo, insensible y negacionista.
María Marcela Preciado, nadadora y amante del mar, perdió parte de su cuerpo tras contraer una infección por una bacteria agresiva (Staphylococcus Aureur), luego de nadar en la playa de Bello Horizonte.
Su testimonio, grabado entre lágrimas y cicatrices, le ha dado la vuelta al país e incluso a traspasado fronteras, alcanzando países ubicados a cientos de kilómetros de las costas de la ciudad más antigua de Sudamérica. Pero… la respuesta de la Alcaldía ante esta denuncia no fue asumir responsabilidad ni advertir a la ciudadanía, sino que fue más bien una estrategia de desinformación.
Lo dicho por la nadadora en un video que grabó desde su hogar y publicó en redes sociales, fue desestimado y, además, su diagnóstico fue puesto en duda, acusándola entre línea de estar mintiendo.
Con un comunicado lleno de tecnicismos, la administración se lavó las manos y prefirió resaltar futuras obras que, según dicen, pondrán fin a algunas problemáticas que sufre la ciudad y que se han identificado durante la actual administración, ignorando que el drama ya está ocurriendo, que el daño es presente y real.
Lo que la Alcaldía no menciona es que los datos existen y son alarmantes: de acuerdo con el informe de REDCAM 2023 —publicado por INVEMAR— las playas de Santa Marta presentan niveles de contaminación que superan los límites permitidos de coliformes fecales. Sitios turísticos como El Rodadero, Salguero, Pozos Colorados, y también Bello Horizonte, están expuestos a aguas contaminadas con excrementos humanos y animales.
En tal sentido, es preciso destacar que el caso de María no es aislado, sino la punta visible de una emergencia sanitaria encubierta. ¿Cuántas personas se bañan a diario en esas aguas sin saber que comparten el mar con bacterias que pueden llevarlos a una sala de urgencias?
En resumen, el contraste entre la evidencia científica y la versión oficial es insostenible. El mar está contaminado y el riesgo es real, pero la administración insiste en maquillar la crisis con cifras de inversión y promesas futuras, en lugar de asumir con seriedad el drama ambiental y deslegitimar a denunciante.