La bulla en el Caribe colombiano
Por Alejandro Espinosa-Patrón
Espinosa.alejandro@gmail.com
Hay en el ser Caribe innumerables características que lo hacen diferente a cualquier lugar del planeta, pero la bulla, como tal, se ha convertido en algo inherente a su condición social y cultural, es una huella que brota como una enfermedad, y cada día se intensifica cada vez más, lo que lo convierte en un sujeto explosivo para otros, pero para los de la región como un ser pacífico, tranquilo.
Así las cosas, en Colombia se festeja el Año Nuevo, Día de los Reyes Magos, Día de San José, Jueves Santo, Viernes Santo, Día del Trabajo, Día de la Ascensión, Corpus Christi, Día de la Independencia, Batalla de Boyacá, Día de la Raza, Día de los Muertos, Independencia de Cartagena, Inmaculada Concepción, Año Nuevo, Día de los muertos, entre otras oficiales que son motivadoras para generar ruidos indeseados, horribles que atentan contra la salud de cualquier persona o animal, pues ellos también sienten y se quejan de otra manera.

Sin embargo, el ser caribeño no sólo disfruta de su “felicidad aparente” con esas fiestas religiosas donde los equipos de sonido a todo volumen son el centro de atención, sino que festeja El día de las madres, por cierto, según las más recientes encuestas, el 91 % de muertes han sido de hombres, y el 9% de mujeres, es decir, el día más violento porque la gente se mata entre copas y fandango. También existe el día del padre, de la mujer, del gato, perro, el quinceañero de la niña que termina en muertos por la cantidad de licor que se ingiere. El día de la mujer, del santo X o Y. La idea es disfrutar la vida con licor porque piensan que de ese modo pueden expresar un tipo de felicidad propia que los convierte en sujetos de una condición emotiva, esperanzadora y ejemplar.
Por tanto, este panorama también se proyecta de otro modo, por ejemplo, cuando se ganan un dinero extra, festejan una semana en sus casas o en las cantinas del barrio para expresar su victoria. A eso se suma el triunfo de un joven porque ganó un concurso; la bulla porque ganó el Junior, la Selección Colombia, momentos de mucha extroversión, pues la gente se vuele loca, saltan, gritan, salen en sus vehículos, se pintan de muchos colores, se paraliza el transporte, brota la maicena, se prende el carnaval, y al día siguiente corren para la compra-venta del barrio porque se quedaron sin dinero. ¡Esa es nuestra cultura!
En la época de Julio César, se prohibía rodar los carros sobre las calles llenas de piedras para evitar generar un tipo de ruido que le hiciera daño a la gente. También, “Durante el Medioevo, en Londres se prohibía castigar a las mujeres en la noche para no perturbar el sueño de los vecinos” (Gómez, 2011, p. 76)
En ese sentido, el tema es complejo y cada investigador planteará sus inquietudes y observaciones pues el ruido-hay una ley, la 2450 de 2025- debe estudiarse más profundamente para que los sujetos de esta semiosfera llamada Caribe, puedan entender mejor sus acciones diarias que empiezan el viernes y terminan el lunes por ser un día festivo de los descritos en párrafos iniciales. Por tanto, Gómez (2011) se interesa en la parte psicológica para explicar qué tan peligroso puede ser la presencia de los “picós” en los barrios donde los callejones son angostos, y se convierten en la tortura para los vecinos.
El estrés producido por el ruido ambiental está asociado a reacciones fisiológicas neuroendocrinas. Los niveles de hormonas del estrés en los fluidos del cuerpo, incluyendo adrenalina, noradrenalina y cortisol en orina, son indicadores útiles para valorar el estado agudo o crónico del estrés en las personas. Estas medidas son particularmente factibles en estudios epidemiológicos (Cohen, Kessler y Underwood, 1995; Babisch, Fromme y Beyer, 2001), es decir, la presencia de altas concentraciones en la orina de las substancias anteriormente enumeradas está asociada al estrés producido por ruido. (p. 77)

Lo planteado en la cita es preocupante, por lo que debemos generar otro tipo de bulla, si así se puede llamar, y disfrutar de otro tipo de día, por ejemplo, El Día de la ciencia en el Caribe colombiano, pues nos permitiría llevar los niños de todos los colegios al zoológico, al planetario; generar eventos, charlas en sitios estratégicos de la ciudad para darle un ambiente científico a la urbe, es decir, un sello diferente, que se reconozca por su interés en los logros científicos de los investigadores del país.
Otra fiesta sería el de los ancianos y ancianas, visitarlos en los asilos, darles mucho amor y comprensión, brindarles salidas de campo, cerca del mar, el río, pues son la foto viva del planeta, la última especie que nos queda, la que nos puede narrar cómo era el pasado, pues el presente se torna oscuro y ambiguo porque los nuevos actantes no saben qué hacer o para dónde ir con su nuevo discurso.