En el corazón del sur del Magdalena, la comunidad de la vereda El Lobato, perteneciente al corregimiento de Buenavista, enfrenta una emergencia silenciosa que crece con cada aguacero.
La única vía de acceso está al borde del colapso: de un lado, el brazo del río Magdalena sigue ganando terreno; del otro, un potrero inundado hace inviable cualquier intento de mejora. Apenas quedan tres metros de carretera.
Desde hace años se viene observando el deterioro progresivo del camino, pero en los últimos meses, y especialmente tras las lluvias del pasado 12 de junio, el riesgo ha aumentado de forma alarmante. Los carros ya no pueden pasar. Solo motos y bicicletas logran atravesar, con dificultad, el estrecho paso. Para llegar a Guamal o El Banco, los habitantes ahora deben dar un extenso rodeo por el departamento de Bolívar.
Lo que antes era solo una preocupación se ha convertido en una amenaza real: si el río continúa socavando la carretera y logra conectar con la ciénaga del Playón —que a su vez se une con la ciénaga de La Rinconada—, la comunidad podría quedar bajo el agua.
Los pobladores piensan en sus niños, adultos mayores, mujeres embarazadas y personas con discapacidad. En caso de emergencia, ¿cómo evacuar si el único puente hacia la cabecera municipal también está averiado?
“Estamos atrapados entre el agua y el abandono. No pedimos lujos, solo que se nos garantice el derecho a vivir con dignidad y seguridad”, expresó una habitante.
Hoy, los habitantes de El Lobato y Buenavista hacen un llamado urgente al alcalde Jivanildo Bordet Meriño para que gestione con las autoridades departamentales y nacionales una solución inmediata. “No podemos esperar a que ocurra una tragedia para ser escuchados”, advierten.