Una joven de Barranquilla, el nuevo rostro detrás del atentado a Miguel Uribe

Tenía solo 19 años, una vida apenas comenzando y un historial judicial que ya levantaba alertas. Katerine Andrea Martínez Martínez, oriunda de Barranquilla, se convirtió este fin de semana en el nuevo foco de la investigación por el atentado contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, perpetrado el pasado 7 de junio en Bogotá.

La Fiscalía confirmó su captura en Florencia, Caquetá, desde donde fue trasladada bajo estricta custodia hasta Bogotá, para responder por su presunta participación en la logística del ataque. El dato de su origen sorprendió: la joven barranquillera, según reportes judiciales, ya había tenido varias anotaciones en el Sistema Penal Oral Acusatorio (SPOA) por lesiones personales y otros antecedentes.

Una historia marcada por la violencia

De acuerdo con registros revelados por El Tiempo, Martínez aparece desde mayo de 2022 en expedientes judiciales. En poco más de un año figuró tanto como indiciada como víctima en diversos hechos, muchos relacionados con violencia física. Las autoridades creen que podría estar vinculada a una red de delincuencia común que habría sido instrumentalizada para el atentado.

Aunque su papel exacto en los hechos aún es materia de investigación, las primeras hipótesis apuntan a que su rol habría sido logístico, posiblemente facilitando movimientos o contactos clave para quienes ejecutaron el ataque.

Una conexión que refuerza la línea de investigación

Pero hay más: según fuentes cercanas al caso, Martínez estaría vinculada sentimentalmente con Carlos Eduardo Mora González, también capturado recientemente y señalado como el hombre que hizo labores de reconocimiento del área del parque El Golfito, donde se cometió el atentado.

Mora González, extranjero con cinco años de residencia en Colombia, ya enfrenta cargos por tentativa de homicidio agravado, porte ilegal de armas y uso de menores en delitos. Un juez le impuso medida de aseguramiento en centro carcelario.

La relación entre Martínez y Mora no solo refuerza una línea de investigación, sino que podría revelar el entramado de una estructura organizada, capaz de operar en distintas ciudades y con conocimiento logístico del terreno.

Más allá de una captura, un mensaje

El caso de Katerine Martínez pone rostro joven a una realidad alarmante: el uso de mujeres y menores de edad por redes delictivas con fines violentos y políticos. Mientras las autoridades afinan el cerco sobre otros cinco posibles implicados, esta captura envía un mensaje contundente: el atentado contra Miguel Uribe no fue un hecho aislado ni espontáneo.

Fue, todo parece indicarlo, una acción planeada, con logística, rutas, roles asignados y un objetivo claro. Y en el corazón de esa estructura, según la Fiscalía, aparece el nombre de una joven barranquillera que, lejos de estar en una universidad o construyendo un proyecto de vida, terminó involucrada en uno de los casos más graves de violencia política del año.