¡Mezquindad total! “Fue bajo usar a los niños” para impedir entrega de calles: comunidad de Mamatoco contra Alcaldía

Indignación y rechazo total en Santa Marta por el bloqueo de la administración distrital al evento de inauguración de obras ejecutadas por el gobernador Rafael Martínez. Comunales denuncian mezquindad política y uso de estrategias “viles” para impedir que se reconozca el trabajo que ellos no hicieron.

Por: Redacción.
DIARIO LA LIBERTAD. 

En Santa Marta se vivió otro episodio que agrava la ya deteriorada relación entre la Alcaldía Distrital y la ciudadanía: el bloqueo de un evento programado para la entrega de 31 nuevas calles pavimentadas por parte de la Gobernación del Magdalena. La escena, que se preveía festiva y de alegría ciudadana, terminó convertida en una expresión de indignación colectiva ante lo que muchos consideran un acto de mezquindad política y desprecio por el bienestar de la gente.

El evento, que se iba a llevar a cabo en la cancha del barrio Mamatoco, fue boicoteado por la administración distrital al interponer de manera abrupta una actividad deportiva con niños, organizada por el Inred (Instituto de Recreación y Deporte), en el mismo espacio público donde se iba a celebrar la entrega de las obras. La comunidad no fue notificada del nuevo uso del espacio ni se tuvo en cuenta su planificación previa. El efecto fue claro: impedir que el gobernador Rafael Martínez entregara a la ciudad las calles que él sí logró construir.

“Fue bajo utilizar a los niños”

El repudio generalizado se vio reflejado en las declaraciones de los líderes barriales y vecinos del sector. La presidenta de la Junta de Acción Comunal de Mamatoco, Celia Borja, no se contuvo:

“La comunidad se ve afectada porque los miembros de los alrededores se programaron para un evento masivo que traía alegría al barrio, a la ciudad, pero la Alcaldía programó ayer un festival deportivo con el Inred, pero nosotros como comunidad no teníamos conocimiento de eso”.

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Pero lo más grave no fue solo la falta de coordinación institucional, sino la utilización de menores para impedir que se hiciera visible una gestión que contrasta abiertamente con la inoperancia del actual gobierno distrital. Como denunció una moradora del sector:

“Todo fue una vil patraña para evitar que el gobernador Rafael Martínez entregara las 31 calles que él sí pavimentó en Santa Marta”, señaló. Cabe resaltar que lo bajo de esta artimaña fue utilizar a los niños.

Una obra que habla por sí sola

Las 31 nuevas calles pavimentadas por el programa ‘Mi Calle’ no son una promesa, sino una realidad. Tramos en sectores como El Bosque, 8 de Febrero, Urbanización El Río, El Pantano, Nacho Vives, Miraflores, San Fernando y Gaira fueron intervenidos por la Gobernación del Magdalena en respuesta a un clamor ciudadano de décadas. Más de 700 calles han sido entregadas desde el inicio del programa.

¿Por qué la Alcaldía le teme a estas obras? Porque evidencian que cuando hay voluntad política y gestión eficaz, los resultados se ven. La administración distrital actual ha sido duramente criticada por el estancamiento de sus planes de infraestructura, la ausencia de obras visibles y la falta de articulación con la comunidad. Por eso, permitir que se realice un evento de entrega pública, con presencia del gobernador, resulta para ellos un riesgo político.

“No dejan que se entreguen las obras que ellos no hacen”

El testimonio de los habitantes refleja una mezcla de impotencia y hartazgo frente a una administración que parece más preocupada por evitar protagonismo ajeno que por responder a las necesidades básicas de los samarios.

Sindry Rebolledo, residente del sector, lo expresó con claridad:

“Queremos que los samarios se den cuenta que el alcalde no deja que sigan las obras que nos benefician. Esto es una prueba más, nos cancela un evento que teníamos programado desde hace tiempo con todos los permisos”.

La comunidad, que esperaba con ansias el evento para reconocer públicamente un logro concreto, se encontró con el sabotaje de una Alcaldía que ni hace ni deja hacer. Un capricho institucional disfrazado de agenda cultural, que impidió el acto de reconocimiento y dignificación que merecen los ciudadanos de estos sectores populares.

Manipulación como estrategia de gobierno

La utilización de la niñez como escudo para evitar un acto político-administrativo es más que un error de protocolo: es una muestra de cómo se instrumentaliza a la población con fines partidistas. ¿Dónde queda el bienestar de la infancia, el respeto a la ciudadanía, la ética pública?

La administración distrital, encabezada por el alcalde Carlos Pinedo Cuello, guarda silencio frente a los reclamos. Tampoco ha presentado explicación alguna sobre el supuesto festival deportivo, cuya repentina programación parece más un montaje improvisado que una actividad genuinamente planificada.

¿Y la ciudad? En el limbo

Mientras tanto, Santa Marta sigue sumida en el desgobierno, la parálisis institucional y la confrontación estéril. El conflicto entre el Distrito y la Gobernación ya no es una disputa política legítima, sino una carga directa sobre las espaldas de los más vulnerables. Las obras que se ejecutan se silencian, se ocultan o se obstaculizan, no por fallas técnicas, sino por miserias políticas.

Lo ocurrido en Mamatoco no es un hecho aislado. Es parte de una serie de episodios en los que se pone en evidencia una Alcaldía sin rumbo, sin obras, sin gestión real, cuyo único motor parece ser la defensa de un protagonismo vacío, mientras la ciudad se deteriora y la gente se desespera.

La calle como símbolo de dignidad

Para los barrios de Santa Marta, una calle pavimentada no es solo un tramo de concreto. Es movilidad, seguridad, salud, inclusión. Es la posibilidad de llevar a los niños al colegio sin pisar barro, de que una ambulancia entre a tiempo, de que el motocarro no se quede atascado en un hueco. Por eso, la rabia es tan grande.

La comunidad ya no quiere discursos, quiere resultados. Y esos resultados, en este caso, los trajo la Gobernación del Magdalena.

La ciudad como rehén del ego

En un país donde los problemas estructurales abundan, resulta inaceptable que se utilicen los recursos públicos para fomentar disputas mezquinas. El caso de Mamatoco deja una lección dolorosa pero clara: la ciudadanía ya no tolera a los gobernantes que convierten la administración en un ring de egos. Santa Marta no puede seguir secuestrada por quienes no construyen, pero destruyen.

Y.A.