En un movimiento que podría encender aún más las tensiones en Medio Oriente, el gobierno iraní confirmó la muerte del general Hossein Salami, jefe de la poderosa Guardia Revolucionaria Islámica, durante un ataque aéreo atribuido a Israel.
El ataque, dirigido contra instalaciones estratégicas en territorio iraní, también habría cobrado la vida de varios oficiales de alto rango, según reportes preliminares de medios estatales iraníes. La operación, que según analistas marca un punto de quiebre en el conflicto regional, tuvo como objetivo el centro de mando del IRGC, el brazo más poderoso de las fuerzas armadas iraníes.
Hossein Salami era considerado uno de los hombres más influyentes dentro del aparato militar y político de Irán, clave en el diseño de la política exterior del régimen y en la expansión de su influencia en Siria, Líbano e Irak. Su muerte representa el golpe más significativo que ha recibido la cúpula militar iraní en los últimos años.
El hecho ocurre en medio de una escalada sin precedentes entre Teherán y Tel Aviv, después de semanas de tensiones crecientes, operaciones encubiertas y ataques cruzados. Aunque Israel no ha confirmado oficialmente su autoría, fuentes de inteligencia occidentales sugieren que el ataque fue parte de una ofensiva mayor destinada a desmantelar la estructura de mando iraní.
En Teherán, las autoridades han prometido venganza. “La sangre del general Salami no quedará impune”, declaró un portavoz del gobierno, mientras se multiplican los llamados a la movilización nacional.
La comunidad internacional sigue con atención el desarrollo de los acontecimientos, ante el temor de que esta acción desate una guerra abierta entre ambas naciones, con consecuencias impredecibles para la región y el mundo.