La investigadora mapuche Margarita Canio Llanquineo protagoniza Memoria Implacable, un documental que revive, a través de archivos históricos y testimonios orales, el dolor colectivo del pueblo mapuche tras las campañas de exterminio del siglo XIX en Chile y Argentina.
En una sala colmada en Concepción, donde muchas personas debieron quedarse de pie y otras quedaron afuera, se estrenó por segunda vez Memoria Implacable, un documental protagonizado por Margarita Canio, investigadora, docente de la Universidad Católica de Temuco y mujer mapuche. La cinta, dirigida por Paula Rodríguez Sickert, no solo reconstruye una historia negada por generaciones, sino que reabre heridas necesarias para sanar una memoria colectiva marcada por el dolor, el desarraigo y la resistencia.
La película sigue el trayecto recorrido hace más de un siglo por Katrülaf, un hombre mapuche que fue secuestrado y deportado junto a decenas de personas durante las campañas de exterminio impulsadas por los Estados chileno y argentino, conocidas como la Pacificación de la Araucanía y la Conquista del Desierto. Estos episodios, muchas veces celebrados en manuales de historia como logros de civilización, se revelan en el filme como verdaderas acciones de genocidio.
Durante quince años, Margarita Canio ha trabajado incansablemente para reconstruir el relato de estos hechos a través de testimonios orales y manuscritos en Mapuzugun conservados en el Instituto Iberoamericano de Berlín. Aquel hallazgo, fruto de una investigación conjunta con Gabriel Pozo Menares, derivó en la publicación del libro Historia y conocimiento oral mapuche. Sobrevivientes de la «Campaña del Desierto» y «Ocupación de la Araucanía» (1899-1926), base del material que hoy sustenta al documental.
“Fue un viaje épico”, recuerda Canio sobre su travesía a Alemania, costeada con recursos propios. La motivación fue clara: descubrir y dignificar los testimonios silenciados del pueblo mapuche, plasmados en papeles olvidados por más de un siglo. El esfuerzo titánico de transcripción, contextualización y análisis de estos archivos permitió construir un relato que enfrenta cara a cara a la historia oficial.
Uno de los aspectos más relevantes de la investigación fue el descubrimiento de cómo los propios investigadores europeos, como Robert Lehmann-Nitsche y Rodolfo Lenz, se referían a los informantes como “indíjenas intelijentes” por su capacidad de relatar y escribir sus vivencias en su idioma nativo. Esta etiqueta, tan colonizante como reveladora, denota tanto el desprecio como el asombro de los científicos ante una cultura que resistía al olvido a través del nutram —la transmisión oral de saberes ancestrales—.
Para Canio, este ejercicio de recuperación va más allá de lo académico: “Abrir heridas para poder sanar” es un acto político, espiritual y necesario. Cada entrevista realizada en el proceso del documental fue, en sus palabras, un momento de sanación colectiva, donde las comunidades compartieron sus dolores y memorias, muchas veces atravesadas por la desconfianza histórica frente al extractivismo de saberes.
La película y el libro también confrontan una pregunta urgente: ¿Qué significa ser mapuche hoy? Para Canio, la identidad no es un uniforme, sino un camino de reconstrucción. «Es difícil ser mapuche«, admite, “porque siempre hay que justificarse, demostrarlo, explicarlo”. Pero también ve una oportunidad: la de afirmar una identidad indígena que, lejos de desaparecer, se expande, se fortalece y se reinventa en un Chile donde cada vez más personas se reconocen como parte de un pueblo originario.
Este renacimiento identitario también ha generado debates internos, como el acceso a ceremonias espirituales o el dominio del idioma mapuche. Para Canio, aunque conocer la lengua es fundamental, también debe comprenderse el contexto de pérdida y despojo que muchas familias han vivido, y que las ha alejado de sus raíces. “No podemos cerrarnos —dice—, porque hay mucha gente que está en búsqueda de su identidad”.
Memoria Implacable no es solo un documental: es un acto de dignificación histórica, una respuesta a siglos de silencio y una declaración de existencia. En un contexto donde aún se niega el carácter genocida de las campañas militares contra los pueblos originarios, este trabajo irrumpe como una herramienta de pedagogía, resistencia y verdad.
Como señala la investigadora al cierre de su presentación: “Estamos acá desde antes que el Estado chileno o argentino existiera. Tenemos una historia, una memoria, y aún seguimos hablando”.
Y.A.