por: Esteban Jaramillo Osorio
Argentina líder, clasificada al mundial, 10 años sin perder en el Monumental. Con aire en la camiseta, un espíritu ganador y sobrador, plagada de figuras, feroz y comprometida, tan rítmica como el bandoneón, tan histórica como el tango y la milonga.
Colombia, cinco partidos sin ganar, extraviada la esencia de su juego, entre escándalos reales o ficticios, que afean el camerino, sin liderazgo y guía, mirando de reojo el repechaje y el abismo.
Pero, ¿Por qué no rebelarme, aferrarme a una esperanza, a una ilusión?
Como ir en contra de los vaticinios, de las casas de apuestas. Con el propósito de triunfo. Al fin y al cabo, es un partido de futbol… solo un partido. Que no es la vida, ni es la muerte.
Si Colombia gana, a celebrar. Si pierde desata tus posturas, críticas con respeto, desahoga tu descontrol, recalca los errores, señala culpables, que los hay. Eso es pasión, es emoción.
No hay tareas imposibles, hay motivos de inspiración, un partido no se pierde sin afrontarlo y dañino es convertirse en mensajeros de infortunio.
Por eso, antes del juego, no prendas la TV, no escuches a los sabios. Son frases que martillan, con ecos dañinos, que alimentan el escepticismo. Hablamos después.