TRIBUBA PEDAGOGICA CONTEXTUALIZACION Y PERTINENECIA CURRICULAR  

POR: REYNALDO MORA MORA

El currículo es esencialmente relaciones. Tiene una relación sui generis con el contexto. Es la toma de conciencia por el entorno, lo que nos permite descubrir que el currículo es integralidad, precisamente porque en él están presentes las dimensiones de los Fines de la Educación (art. 5 de la Ley 115 de 1994) para pensar una Formación Integral Contextualizada y Pertinente, FICP. Entonces, proponer la ruta del diálogo de lo glocal con lo global, recuperando el reino de las necesidades sociales en los procesos formativos y su reconocimiento en los saberes enseñables nos obliga a plantearnos el problema de cómo enfrentarlo, con qué valores (que están presentes en dichos Fines. Por ello, debemos privilegiar, cómo mediar los intereses, capacidades, vocaciones y talentos de docentes y estudiantes con esas necesidades y qué grado de autonomía dispone o deben disponer las instituciones educativas para alcanzar esta perspectiva: he aquí el gran problema curricular para el sistema educativo colombiano. De ahí, que las teorías curriculares contextualizadas y pertinentes vuelven a un primer plano.

Desde nuestros textos curriculares hemos venido proponiendo la perspectiva curricular de una escuela a la medida de las necesidades del contexto con sus problemáticas en trabajo mancomunado con los responsables de la educación (que irónicamente llamo los irresponsables de la educación), el Estado, la familia y la sociedad. Se trata de una escuela respetuosa de los estilos cognitivos de los estudiantes en procura de desarrollar y fortalecer sus vocaciones, talentos y capacidades individuales. Pero, ante todo, su libre desarrollo de la personalidad, como autonomía crítica y responsable para con la sociedad, el Estado y la familia y consigo mismo. En tal sentido, el Currículo Contextualizado y Pertinente, CCP, viene a representar un punto crítico en la tradición curricular, porque dialoga con los saberes para reconocer lo novedoso de la importancia del contexto como pilar material del funcionamiento sociocultural-humano de una Institución Educativa. Escritura, acción, transformación, pasión y contexto forman la textura simbólica del currículo y de su lectura interpretativa-transformadora que apunta a dar cuenta de la potencia como práctica en y para la formación de buenos ciudadanos desde los saberes. Es la dimensión cinética del currículo con el contexto, es la relación con las Problemáticas Sociales, PS, es el desplazamiento de los saberes al contexto. Currículo y contexto se enlazan así en una iconicidad que construye posibilidades de vida. Por ello, el currículo es el espacio pedagógico, didáctico evaluativo idóneo para cocinar los menús axiológicos-cognitivos personalizados, a condición de que la enseñanza del maestro se convierta en un acompañamiento en procura de la autonomía de sus estudiantes.

La perspectiva crítica, hace alusión al esfuerzo consciente por cuestionar los fundamentos de las prácticas y discursos curriculares dominantes con el fin de impulsar prácticas e ideas emancipadoras dentro y fuera del campo curricular. El CCP, es un proyecto democrático, como una tarea en la que se abren muchas posibilidades y nuevas formas de interrelaciones entre la escuela y las PS. Debido a esta dinámica, el currículo debe poseer un profundo conocimiento de la realidad de la vida de los estudiantes, saber apreciar muy claramente sus costumbres, su familia, aptitudes humanas y saber sus circunstancias de vida. Por lo tanto, el currículo desempeña un papel crucial a la hora de permitirse que los estudiantes desarrollen sus capacidades, vocaciones y talentos individuales con el desarrollo de su personalidad. En esta línea de pensamiento, el currículo debe tener consigo un mundo de valores e ideales de la Constitución Política (arts. 67 y 95) y de los Fines de la Educación. Es un currículo que recoge las más altas expresiones de la tradición occidental de los derechos humanos, a la vez, las nuevas potencialidades abiertas por los cambios de la sociedad: filosóficos, tecnológicos, axiológicos, culturales, económicos. Tiene consigo una nueva idea de hombre, ajustada a lo propio, a su historia y su cultura. El currículo es depositario, en suma, de los valores de un auténtico humano, y al mismo tiempo, renovación de las perspectivas presentes y futuras.

Por todo lo anterior, el currículo como forma de gobernanza escolar, no está exento de la necesidad de pasar de una tipología formativa basada en la estandarización la homogeneización e instrumentalización de las competencias hacia una Nueva Cultura de la Evaluación, NCE. El objetivo final viene a consistir en organizar el marco y acciones para la formación de buenos ciudadanos con vistas al florecimiento del contexto (en palabras de Martha Nussbaum). Esto debe hacerse según criterios de justicia social desde la educación y de responsabilidad de la familia, el Estado y la sociedad, y, también poder configurar el marco de una formación más humana que respete y valore los equilibrios entre estudiantes. Por tanto, es en relación con estos objetivos y criterios que hay que juzgar la misionalidad de las instituciones educativas y del propio sistema educativo, y no por la lógica del mercado de las Pruebas de Estado.

El currículo oficial actual “todo economía-mercado-pruebas de competencias-consumo”, parece reproducir la lógica de la empresa, lo que denota una formación alienada a formar en serie. Lo que hallamos en ese currículo, que celebran rectores, coordinadores, maestros y los tecnócratas del Icfes y del MEN, es el tótem de la economía: las competencias, la escuela convertida en empresa, el rector en gerente, los docentes en operarios, los coordinadores en supervisores de empresa, los contenidos son producciones en serie, y los estudiantes el producto final “con calidad”. Es el sentido perverso del currículo oficial que ha avasallado a la formación de buenos ciudadanos. Este resultado final tiene el visto bueno de la Empresa Supervisora, el Icfes a través de los resultados de las Pruebas de Estado. En nuestra opinión, esto implica el siguiente ejercicio. En primer lugar, los estudios críticos del currículo deben ser altamente reflexivos, contribuir con una agenda de transformación social. En segundo lugar, estos estudios deben minar el humillante sistema de estandarización y de las competencias empresariales, que sirven para reproducir el statuo quo, maximizando las reglas del juego del mercado, como la mejor estirpe neoliberal. Como educadores críticos debemos ir más allá de la demolición de prácticas tecnocráticas-estandarizantes, proponiendo prácticas y formas de pensar que asuman la Dignidad Humana como el gran ideal de formar buenos ciudadanos.

El currículo de nuestro país debe concebirse como construcciones curriculares regionales con sus localidades, lo que demanda de etapas diacrónicas graduales, progresivas y sistemáticas encaminadas a la modernización de los dispositivos estructurales del sistema educativo pensando lo propio. El CCP (que es nuestra propuesta) es el signo de la continuidad de haber asumido el currículo como investigación, como un laboratorio sociocultural. A esta perspectiva procedimental nos hemos mantenido aferrados en nuestra producción, con la alegría y esperanza de que “el corazón del sistema educativo” sea la columna vertebral para pensar lo propio de nuestras localidades, en cuanto proyecto cultural, en cuanto proyecto político para pensar la formación de buenos ciudadanos. Entonces, el currículo es esa matriz institucional que produce entrelazamientos, que se debe al contexto para hacer realidad el marco misional de las instituciones educativas con la consiguiente interacción de redes con las Problemáticas Sociales. El acertijo central del currículo es explicar las vías divergentes del cambio de la sociedad, es decir, sus tensiones. Una categoría esencial en las discusiones sobre los problemas de la educación es la descontextualización de lo que se enseña, que, frente a ello, proponemos el Currículo Contextualizado y Pertinente como un modelo de espacio formativo que permita insertar la tesis fuerte de nuestras preocupaciones, la Formación Integral Contextualizada y Pertinente, FICP en la misionalidad de las instituciones, lo que debe ser un proyecto curricular democrático de identidad con el contexto.