En medio del proceso judicial por el atentado contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, un elemento crucial brilla por su ausencia: el celular del menor de 14 años capturado como presunto autor del ataque.
La Fiscalía ha logrado recuperar otros elementos probatorios que serán presentados ante el juez de menores, pero la desaparición del teléfono móvil —presuntamente en poder del joven al momento de su aprehensión— genera dudas inquietantes.
Ese dispositivo, según fuentes cercanas a la investigación, podría contener información clave: conversaciones, instrucciones o vínculos que permitan identificar a posibles autores intelectuales detrás del atentado. Su ausencia deja un vacío en la cadena de custodia y abre interrogantes sobre lo ocurrido en los minutos posteriores a la captura.
Mientras tanto, la Fiscalía avanza con las pruebas disponibles, y la unidad de inteligencia trabaja contrarreloj para reconstruir las piezas faltantes de un caso que ha sacudido al país y expone la fragilidad del sistema frente a hechos de violencia política.
¿Dónde está el celular? ¿Quién tuvo acceso? ¿Por qué no ha aparecido? Son preguntas que, de no resolverse pronto, podrían marcar una grieta en la transparencia del proceso judicial.