Atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay en Bogotá rememora épocas de violencia política

El senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, del partido Centro Democrático, sufrió un atentado el 7 de junio en Bogotá, generando preocupación y recordando una época infame de violencia política en Colombia.

Miguel Uribe Turbay, de 39 años, cercano al expresidente Álvaro Uribe Vélez y crítico del actual Gobierno de Gustavo Petro, fue atacado en un incidente que aún se investiga. Según reportes, Uribe Turbay se encuentra en condición crítica y una persona ha sido arrestada en relación con el atentado.

Uribe Turbay es nieto de Julio César Turbay Ayala, quien gobernó Colombia entre 1978 y 1982. Su madre, Diana Turbay, fue una periodista secuestrada y asesinada en 1991 por narcotraficantes del Cartel de Medellín. Este atentado ocurre en un contexto donde la violencia política ha marcado la historia de Colombia, especialmente a finales de los años 80 y principios de los 90.

Miguel Uribe Turbay es parte de una nueva generación de políticos, hijos de figuras fallecidas por la violencia, como Carlos Fernando Galán y María José Pizarro. Senador desde 2022, Uribe Turbay ha sido concejal de Bogotá y secretario de Gobierno. En octubre de 2024, anunció su aspiración a la presidencia para las elecciones de 2026, destacando la importancia del perdón y la memoria.

Reacciones y perspectivas

El atentado ha generado diversas reacciones en el ámbito político colombiano, con el Gobierno denunciando el ataque. Uribe Turbay, identificado con la derecha, defiende la seguridad y la inversión extranjera como ejes centrales de su propuesta política.

Un crimen que despierta los fantasmas de la historia

El atentado contra Miguel Uribe Turbay revive una de las heridas más profundas de la historia reciente de Colombia: el asesinato de su madre, Diana Turbay, en 1991.

Diana fue una reconocida periodista, directora de la revista Hoy x Hoy e hija del expresidente Julio César Turbay Ayala. En agosto de 1990, fue secuestrada por el cartel de Medellín, liderado por Pablo Escobar, junto a un grupo de periodistas y académicos. El objetivo de Escobar era presionar al gobierno colombiano para evitar la extradición de narcos a Estados Unidos.

El 25 de enero de 1991, tras más de cinco meses de cautiverio, las autoridades intentaron un operativo de rescate en una finca cercana a Copacabana, Antioquia. Diana Turbay murió al recibir un disparo en la espalda, presuntamente por parte de agentes estatales en medio del fuego cruzado. Tenía 40 años. Su hijo Miguel, entonces, tenía apenas 5 años.

Reacciones nacionales e internacionales

La noticia generó una ola de indignación y rechazo desde todos los sectores. El presidente Gustavo Petro expresó su solidaridad con la familia y recordó el trágico destino de Diana Turbay:

“No sé cómo mitigar su dolor. Es dolor de madre ida y de patria. Matan al hijo y a la madre. Respeten la vida, esa es la línea roja. Colombia no debe matar a sus hijos, porque ellos también son hijos nuestros”, escribió en su cuenta de X.

Petro anunció también la cancelación de su viaje oficial a Francia y convocó un Consejo de Seguridad Extraordinario, además de ordenar reforzar la seguridad de todos los precandidatos presidenciales.

Desde el exterior, líderes como la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, y el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, enviaron mensajes de respaldo y condena al atentado, calificándolo como “un ataque contra la democracia”.

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La investigación y el contexto político

La Fiscalía General de la Nación confirmó que el atacante tiene 15 años y que habría actuado bajo órdenes recibidas a través de mensajes de texto. Uno de los chats, revelado por medios locales, indicaba:

“A la hora que sea, pero tiene que ser hoy”.
El uso de un menor para ejecutar el ataque ha generado preocupación sobre la posible participación de redes criminales y estructuras armadas ilegales.

El ataque se produce en un momento de alta tensión política en Colombia, con una fuerte polarización nacional, reformas sociales controversiales, y la intención del gobierno de convocar una consulta popular luego de que su reforma laboral fuera rechazada en el Congreso. Miguel Uribe había sido uno de los críticos más visibles de esa iniciativa y había anunciado acciones legales contra el decreto.

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Más que un atentado: un símbolo de lo que Colombia no puede permitir

El caso de Miguel Uribe Turbay no es solo un atentado contra una figura política. Es una tragedia familiar repetida, un golpe al derecho de hacer política sin miedo, y una llamada de alerta para todo un país.

Colombia vuelve a enfrentar sus demonios del pasado: los atentados políticos, los sicarios menores de edad, la violencia que parece no irse nunca.

Hoy más que nunca, el país se enfrenta a una encrucijada: garantizar el respeto por la vida y por el juego democrático, o arriesgarse a caer en los abismos de su historia más oscura.