
Un documento confidencial revela el organigrama detallado del ‘Clan del Golfo’, liderado por alias Chiquito Malo y Gonzalito, cuya estructura se extiende por todo el país y opera mediante redes regionales dedicadas a extorsión, narcotráfico y homicidios selectivos.
En la espina dorsal del crimen organizado en Colombia, una red se extiende como una sombra silenciosa, letal y omnipresente. Se trata del ‘Clan del Golfo’, también conocido como Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), una organización con un entramado de poder que cruza fronteras departamentales, penetra comunidades enteras y desafía frontalmente a las autoridades.
Un documento interno recientemente, revelado por un reconocido medio de comunicación nacional, expone el organigrama interno de esta estructura delictiva, revelando con precisión quirúrgica su línea de mando, las subestructuras operativas y los nombres de sus principales cabecillas, muchos de ellos con alias ya temidos en la crónica roja del país.
A la cabeza de esta maquinaria criminal se encuentran Jobanis de Jesús Ávila, conocido como Chiquito Malo, por quien el Estado ofrece una recompensa de hasta 4.378 millones de pesos, y José Gonzalo Sánchez Sánchez, alias Gonzalito, con una recompensa de 3.280 millones. Ambos ejercen un poder férreo sobre una red compuesta por más de 30 líderes principales y decenas de subalternos, distribuidos estratégicamente en zonas de alto valor geopolítico y económico.

Los departamentos de Antioquia, Chocó, Valle del Cauca, Norte de Santander, Bolívar, Magdalena Medio, Meta, Casanare, Vichada y el sur de Bolívar aparecen en el mapa como focos de operación del clan. Allí, los coordinadores delictivos y cabecillas regionales controlan economías ilegales que van desde el narcotráfico, la extorsión, la minería ilegal hasta los homicidios selectivos.
Entre los jefes que sobresalen figuran Wilmar Albeiro Mejía Úsuga, alias Richard, quien lidera la estructura Juan de Dios Úsuga, con influencia en Norte de Santander, Meta y Vichada. Le sigue Elkin Posada Casarrubia, alias Joaquín o El Cura, al frente de la estructura Jairo de Jesús Durango, con presencia activa en Chocó y Valle del Cauca.

El documento también da cuenta de la existencia de subestructuras denominadas “SE”, las cuales se encargan de tareas específicas como la seguridad interna, el tráfico de drogas y los cobros extorsivos. Nombres como Jhon Deyber Bustamante (alias Kiriki), Jhonatan Restrepo Salazar (alias Angelo), Carlos Alberto Torres Marmolejo (alias Tribilín) y Yesid Antonio Isidro Díaz (alias Inglaterra) aparecen vinculados directamente a las células más operativas del grupo.
Una de las ramas más robustas del organigrama es la dedicada al narcotráfico internacional. En ella figuran enlaces con alias como Piña, Bocachico, Carrillo, Dago, Davinson, Faraón y Piolín, quienes serían responsables de garantizar la salida de toneladas de cocaína hacia mercados internacionales, usando rutas marítimas, aéreas y terrestres.
La publicación de este organigrama coincide con el resurgimiento del ‘plan pistola’, una estrategia criminal del ‘Clan del Golfo’ orientada a asesinar miembros de la Fuerza Pública y ampliar su control territorial. Este macabro plan ya ha cobrado la vida de 19 policías y cuatro militares en el último año.
La reacción del Estado no se ha hecho esperar. Policía Nacional y Ejército han intensificado operativos en los departamentos más críticos. Entre el 31 de enero de 2015 y el 24 de marzo de 2025, se han ejecutado 3.785 operaciones, con un saldo de 8.301 capturas, de las cuales 7.170 corresponden a miembros activos de esta estructura criminal.
Durante estos operativos también se han registrado 320 muertes en enfrentamientos, y se han efectuado 3.106 diligencias de allanamiento, logrando la incautación de bienes que superan los 13.791 billones de pesos.
Sin embargo, mientras en las montañas de Antioquia y las selvas del Chocó aún se ven pintas con las siglas AGC, la pregunta sigue latente: ¿es suficiente el brazo de la ley para desarticular por completo una estructura que opera como un Estado paralelo, con jerarquía militar, economía propia y dominio territorial?
En las entrañas del crimen colombiano, el Clan del Golfo sigue mostrando su rostro más peligroso: el de una organización que ha sabido mutar, infiltrar, resistir y reinventarse, mientras cientos de sus líderes operan a la sombra, lejos del alcance de la justicia. La telaraña es vasta, y cortarla requerirá más que capturas: exigirá una estrategia integral que desmonte sus redes sociales, políticas y económicas.
Y.A.