Alarma en Bogotá: Cada Tres Horas un Niño es Víctima de Abuso Sexual

La violencia sexual contra menores en la capital colombiana alcanza cifras estremecedoras. Según datos recientes del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), cada tres horas un niño o niña es víctima de abuso sexual en Bogotá, una situación que ha puesto en alerta a las autoridades, especialistas y a la sociedad en general.

Hasta mayo de este año, se han reportado 329 casos confirmados de abuso sexual infantil en la ciudad. Y solo durante el primer trimestre del 2025, el ICBF ha iniciado 4.375 procesos por presuntos delitos sexuales contra menores en todo el país. De esos casos, más de 1.000 corresponden a Bogotá, convirtiéndola en la ciudad con mayor número de denuncias.

El drama detrás de las cifras es devastador. “No son solo números, son niños y niñas cuya integridad física y emocional ha sido profundamente dañada”, expresó Diana Martínez, representante del Colegio Colombiano de Psicólogos. Según la experta, los efectos del abuso pueden manifestarse en regresiones del desarrollo como enuresis (orinarse en la cama), encopresis (pérdida de control de esfínteres), trastornos del sueño, fobias y dificultades para socializar.

Uno de los casos más recientes involucra a un profesor de educación física en un colegio de la ciudad, quien habría abusado de al menos cinco menores. Durante la investigación, las autoridades encontraron material de pornografía infantil en su poder, lo que ha intensificado el escándalo.

Frente a la magnitud del problema, algunos sectores han propuesto implementar evaluaciones psicológicas periódicas a docentes y personal que trabaje con menores, con el fin de prevenir posibles abusos. Herney Pazos, presidente del Colegio Colombiano de Psicólogos, explicó que los agresores no siempre responden al estereotipo del individuo antisocial o solitario. “Muchos están plenamente integrados en la sociedad, tienen familia, pareja y una fachada tranquila”, advirtió.

Pazos también señaló que, aunque el proceso judicial suele ser agotador para las víctimas, con acompañamiento psicológico adecuado es posible superar completamente el trauma. No obstante, resocializar a un abusador representa un desafío mucho mayor.

Historias como la de una niña de 10 años, quien reveló a su madre que estaba siendo abusada, exponen la urgencia de tomar medidas estructurales y educativas. Su madre relata que, tras el abuso, su hija dejó de comer, sufre fiebres repentinas y se niega a asistir al jardín infantil, síntomas claros del trauma psicológico que dejó el crimen.

Expertos coinciden en que la atención a las víctimas debe ser prioritaria y permanente. Sin una intervención oportuna y efectiva, las secuelas del abuso pueden marcar a un niño para toda su vida.